Aún recuerdo aquella noche en la que
le pedí que fuese mi enamorada por segunda vez,
había cometido un error, pero el amor
por ella nunca se apagó, eso le comenté.

Todo empezó a salir muy bien,
jugaba baloncesto y pasaba con ella también,
todo era perfecto, los dos luchando por un solo sentimiento,
pero, para «siempre» esta vez.

No habían celos, muchos menos desconfianza,
con sus besos y en sus brazos me sentía un nefelibata,
puesto que, mi sueño ya alcancé,
por ella fue por quien dejé de ser soez.

Me enamoré de una chica con personalidad austera evidente,
aunque prefería no notarse así ante la gente,
maguer ella seguía todo tipo de modas,
al fondo de si, era monda.

La fui amando cada día más y más,
sin pensar realizar iniquidad,
siempre quise estar con ella la verdad,
y pase lo que pase toda la vida la voy a adular.

Le dedicaré cada una de mis redacciones,
aquellas en las que exteriorizo mis emociones,
hablaré de ella para que todos se asombren,
así a la gente le moleste que su nombre mencione.

Con ella pasé letíficos momentos,
que hicieron crecer desmesuradamente un sentimiento,
pero todas las cosas y circunstancias que en primera
puse como premisas, terminaron siendo quimeras.

Comenzó como serendipia y terminó como un desliz,
y eso hace que me encuentre mustio yo aquí,
toda mi mente se pone turbia contando esta historia,
e hizo que me quede perenne en la inopia.

Su cabello bermejo aún en mis pensamientos,
su cuerpo que me entregaba tal arrobamiento,
confieso que en cualquier momento la pienso,
pero todo ya quedó como un recuerdo.

Sentado melancólico pensando en lo que ha pasado,
llorando porque lo nuestro ya ha terminado,
plañir y plañir consiguiente de sufrir,
se me hace imposible el nudo en la garganta engullir.

Coplas ahogadas en el delirio que me causaste,
por las desventuras de la odisea que mi corazón pasó,
para en cualquier circunstancia yo poder enamorarte,
pero de nada sirvió, pues yo ya no soy tu amor.

Un tumulto de prejuicios de ti en mi cabeza,
por el desasosiego que pasé por ti,
y debido a eso no tengo la destreza
ni las ganas de a tu lado yo proseguir.

Mi aspecto macilento denota el deliquio,
pues mi pensar se ha vuelto demasiado sombrío,
mi conciencia exhorta a mi semblante a sollozar,
y mi corazón lo afianza y lo empieza a corroborar.



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