Hoy siento un profundo

Dolor

En el centro de mi pecho.


Estoy sola acá

Y a la deriva acá,


Sola en la negra melancolía

Que aplasta las palabras

Y que enjuga los recuerdos.


Hoy siento

Un gran

Dolor

Y la humedad en el techo.


Más sola que la virtud

De lo erróneo,

Más sola que mis propias manos

Que se ahogan en el río seco

De un orgasmo incorpóreo.


Tan sola que las risas hilarantes

Despegan la luz de mi cuerpo

Y dejan mis senos al desnudo.


Acaricio

Entonces

Lo que queda de mi cuerpo.


¿Por qué dirán

Que la soledad de una mujer

Es infinitamente más solitaria

Que la de un hombre?


Quizás porque podemos respirar la soledad de años

Que todavía no llegaron

Pero que sabemos que llegarán.

O porque sabemos que no hay más tiempo.


Que no hay hambre

Ni desagües

Que no hay mañanas

Ni laderas

Que no hay suburbios

Ni esperas

Que no hay playas

Ni peceras

Donde pueda drenarse

El desamparo de un corazón

Que bombea sangre para inundar un desierto.

O porque la súbita caducidad

Es una marca roja con que nos tiñen de negro.


El apogeo de la medianoche

En las risas hilarantes.


La risa de todo el mundo:

Las risas de familias enteras

Bajo el estruendo infinito

De los fuegos de artificio.


Con un gran

Dolor

Y la humedad en el techo.


Los niños riendo en la calle,

Las parejas mirando

Hacia un cielo estrellado

24 de diciembre.


Apago la luz del living

Y miro a través de un prisma ondulado.


Cómo el polo de una vida

En el polo de una muerte

Impulsan mi soledad

Hacia un estado cuasi intermedio:


Donde las risas son espinas

Donde las caricias son


Un sueño lejano raído por el viento.

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