Si me asomo a la ventana,
¿habrá luz que en mi se fije?
Y si no, al menos,
¿qué se deje ver
para qué la dibuje?
¿Cuan lejos queda el mar
de mi orilla?
¿Será mi arena regada?
Que no sea por lluvia
sino por cascada de una tarde helada.
Ahora que no hay que hacer,
y casi ni que pensar.
Me gustaría sentir.
Pero tú no estás.
Por suerte tampoco te has ido pero, ¿volverás?
OPINIONES Y COMENTARIOS