Escribir porque tus abrazos llegaron a tiempo, justo en el instante en que la gata lame a sus recién nacidos, en el momento en que la eufonía del grillo cambia de nota y la noche se ensancha en un gran respiro plausible.
Escribir en aquel segundo en que los cactus sueltan su lágrima condensada de desierto y destierro…
Tus besos también abrieron mis puertas en la vereda precisa, cuando todo estaba derruido y el polvorín asesino era el paisaje de toda una nación arrestada.
Tus labios y tu lengua sembraron de palabras mi boca en agonía y volvieron los trinos de la infancia con el oleaje bravo de las costas, mis juegos inofensivos y mi fe ciega en los cerros áridos del puerto… Sí, con tus besos volvió la sintaxis amable de mi lápiz y mis folios.
También tus fricciones se unieron a las mías hasta alcanzar el alivio que por separado buscábamos (los alivios son semejantes a las mañanas despejadas, a los caminos vacíos, a la manzana pelada que espera mi mordisco suave para almibarar mi garganta con el azúcar caoba del que tan poco sabemos y del que tan mal nos hablaron…)
Escribir por escribir me recuerda tu cama incondicional y tus charlas breves pero de interminable reflexión; me recuerda tu carne y tu entrega, tu queja y tu risa, tu fuerza y nuestros llantos; aquellos besos que duraban madrugadas en el entonces circuito caliente de los comienzos.
Escribir porque los ejes sí cambiaron los cursos y me hallo frente a ti con tantos años construidos, con tanta peste superada, con tantas heridas curadas y con tanta belleza sobre mis muebles…
Escribir por escribir, para no olvidarme de aquella belleza, aunque estos años fluctuantes nos arrinconen entre jolgorio y lloriqueo, entre conmoción y pánico, entre fuga y combate…
Escribir por escribir para recordar las gardenias que desarman sus pétalos para regalarte la loción de guapura y plantar tu fachada y tus ojos con la sensatez de ir deshojando, también, nuestro propio calendario…
Escribir porque a pesar de las distancias y las decisiones, estás amor, con el infinito desgaste de tu entrega y tu refuerzo.
Escribir por escribir para convencerme que instantes valiosos siguen venciendo esta era de tarados con tribuna, esta plantación de codiciosos miserables, esta senda de matadores diversos…
Escribir para que tus ojos y tus besos jamás dejen de gobernarme.
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