Mi nombre es Eliana, nací en marzo de 1996 y ésta es mi historia. Mi llegada al mundo no fue soñada, vine de sopetón como dice mi madre. Mi padre nos abandonó meses antes de que yo naciera y se marchó creyendo que mi mamá me abortaría, pero no lo hizo. ¡Juro que hubiese deseado que lo haga!
A mis 3 cortos años mamá se enamoró de un hombre, el cual me dio su apellido y mantengo actualmente. Para él, yo era la hija que nunca tuvo y que mamá no le podía dar, ya que después de tenerme decidió ligarse las trompas.
Para mi mala fortuna él no era el papá perfecto. Más bien era el monstruo del armario.
Crecí con una imagen confusa de lo que es tener un padre, el mio era muy abusivo, amenazante y perverso. Y con perverso me refiero a que no le importaba que yo fuera su hijita, mientras él disfrutase, lo demás va y viene.
No quiero dar detalles al respecto porque es recordar cosas que me hicieron y hacen mal a diario, sus acciones hacia a mí no eran las apropiadas de un padre a su hija. Más bien me veía como una nena en crecimiento. «Su nena»
En la primaria, recuerdo haber tenido la necesidad de hablar, de contarle a mis amigas que papá me tocaba pero también sabía que decirlo estaba mal, iban a llamar a mamá pidiéndole explicaciones al respecto y eso no era bueno. Me callé un tiempo, meses, años…
Ya no solo me tocaba, me poseía, me obligaba a recostarme con él para poder tocarme con soltura, estar a su merced. Nunca llegó a haber penetración alguna, siempre escapé de eso. Pero me lastimó, física y psicológica mente. Recuerdo haberle dicho que yo no iba a ser feliz por lo que él me hacía, que yo me podía volver loca, que iba a quedar traumada, marcada…
Él solo decía:
─ Disfrútalo como yo, podes llegar a ser la madre de mis hijos. ¿No te gustaría? Ya que tu mamá no puede.
Entonces yo me sentía una Puta, como si yo tuviese la culpa de lo que me pasaba, estaba siéndole infiel, a la fuerza, a mi mamá con su marido.
El 18 de enero de 2014 exactamente, lo recuerdo como si fuese ayer, hice algo que marcó mi vida: me empastillé. Ya era de noche y yo estaba acostada en mi cuarto, mi mamá estaba en su pieza mirando la novela y mi padrastro estaba en mi habitación mirando porno en la computadora. De a ratos él volteaba y se levantaba para meter sus manos entre mis sábanas y tocarme, yo pateaba para que él no lo haga y él me devolvía el golpe con pellizcos. Me levanté de inmediato y salí a la cocina, allí encontré el botiquín de mamá con todas las pastillas que ambos tomaban. No lo dudé un segundo, tomé al rededor de 20 pastillas, todas diferentes: aspirinas , ibuprofenos, pastillas para la taquicardia de mi mamá, arritmia, clonacepan, etc.
Ya todos se habían ido a dormir y nadie pudo verme, me recosté en mi cama y mi corazón latía muy fuerte. Me coloqué los auriculares y puse en el reproductor de música «Pastillitas del olvido» de Tan Biónica (siempre que la escucho me trae tristeza), y anhelaba con todas mis fuerzas no despertar jamás.
Desgraciadamente desperté, con los gritos de mi mamá y mi padrastro preguntándome qué había echo. Habían encontrado mi celular, y leyeron un mensaje donde le conté a mi novio que me había tomado todas esas pastillas, estaba despidiéndome de él también.
Me cargaron en la camioneta y me llevaron al hospital del pueblo vecino, allí me hicieron un lavaje de estómago y me interrogaron unos policías por lo que había echo. Fue ahí en esa sala donde mamá se enteró cada detalle de mi vida, desde mi infancia hasta ese entonces. Sus lágrimas eran interminables, pero yo notaba en su rostro desconfianza, inseguridad ante lo que yo contaba. Y así fue, no me creyó ni una palabra.
Quizás me veía con desprecio por haber aceptado las reglas de mi padrastro, reglas que él impuso con demencia, frialdad, egoísmo, era su juego y yo no quería jugar con él. Mi mamá no lo veía de la misma manera que yo.
Hoy tengo 23 años y hace ya 5 años que vivo sola, lejos de mamá y de él. Pude salir de eso pero tuve que pasar por mucho, casi me internan en un hogar para niños. Estuve viviendo con mi tía, con mi novio, de mis hermanos, me paseé por todos lados buscando ayuda y un techo. Cuando en realidad quien debería de haberme brindado esa ayuda era mamá.
No la juzgo, no sé cuales fueron sus motivos para no creerme pero espero y deseo con todo mi corazón no ser como ella. Que mi futuro no esté marcado por su pasado, que la vida de mis hijos no sea la misma que ella me dio.
Te sentís una mierda, sucia e insegura pero no debe ser así, ¿Por qué ellos duermen tan tranquilos? Si son ellos quienes deberían de sentirse peor que nosotras.
Yo para mi vida anhelo algo distinto y que ésto sea una enseñanza. Escucho tantos casos donde las mujeres son abusadas y sus hijas vuelven a contar la historia como si fuese parte de su sangre. No quiero la sangre de mi madre, mucho menos la sangre de mi padrastro, quiero mi propia sangre, ser todo lo que debí y no lo que quisieron que sea.
No quiero que haya monstruos en el armario, basta de eso. Quiero que las chicas como yo no se callen, que el día de mañana mis futuros hijos confíen en mi, que no nos mostremos sumisas.
QUIERO IGUALDAD DE GÉNERO y que pague quien tenga que pagar por los daños ocasionados. Tantas mujeres contando sus casos y tantos de ellos rotos en un tacho de basura, como el mío. Mujeres, valorense, que mi caso y el de muchas más se escuche. Sean ustedes mismas, sean libres!
No van a olvidarse de lo que vivieron, cada día lo recuerdo, pero les prometo que van a poder contarlo sin sufrirlo, sin llorarlo, van a salir de ésta y muchas más. Yo salí y el monstruo ya no está. Vos tambien podés
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