Hay muchas versiones sobre el tema. Pero estas que escuchamos y que te las contamos, son otras. Cuando de niños escuchamos el cuento de la «Runa Mula», temblábamos de miedo y esa noche, no podíamos conciliar el sueño y el miedo nos duraba varios día y varias noches.

Amontonados en la puerta de la tienda y en derredor de las faldas de la abuela Krizzola (quien era la enciclopedia de los cuentos de oro andinos)

escuchábamos, atentos y enviciados, todo el arsenal de cuentos que tenia en la memoria y nos la transmitía las tardes de verano, a partir de las seis hasta altas horas de la noche.

Luego, retirarnos a nuestras casas y dormitorios después de escuchar el cuento de la «Runa Mula», era de machos y de valientes; pues, seguíamos temblando, como al comienzo.

¡Yo no podía creerlo!. Era difícil e imposible; pero, igual, temblaba siempre, como los otros niños.

Pero un viernes, cerca a la media noche se escucho a siete leguas a la redonda, el relincho fantasmal de una mula que paralizó todo el barrio y toda la tierra y apago todo sonido y ruido en la comarca.

¡Que silencio tan profundo cubría toda la tierra!.

-«¡Cállense! Que el diablo cabalga a la Runa Mula». Dijo la vieja cuentista.

Y los niños nos callamos temblando de miedo.

Esa noche, como en otras noches anteriores, el tío Odilón Inocente Melémdez Ortega, trabajaba hasta altas horas, preparando los recursos jurídicos de los juicios que patrocinaba y que los iba presentar al Despacho del Juez Civil, mañana a primera hora. Dicho sea de paso que, Odilón Inocente, era cristiano; pero un libre pensado, un agnóstico por haber leído tantos libros prohibidos por el vaticano. Tenia una muy buena colección de libros en su biblioteca particular, especializada en literatura prohibida por la Santa Sede católica, apostólica y romana; es decir , libros en el indice expurgatorio o de libros prohibidos por el Vaticano, así: Los libros de Vargas Vila, La Historia de Cristo contada por el mismo, las obras de Nietzche y otros tantos autores cuyos libros están en el index.

En eso que ya dormitaba, cerca de la media noche, escuchó también, el relincho fantasmal de una mula, nunca antes escuchado. Se le escarapelo el cuerpo y se paralizó toda su actividad de escritor jurídico y su vieja maquina Rémington, dejo de funcionar y, al instante, cayó del terrado un puñado de tierra sobre su mesa de trabajo, porque la tierra tembló, tras el relincho fantasmal.

-«Era cierto, la existencia de la Runa Mula». Dijo el tío Odilón.

Pues, al día siguiente, contó atropelladamente lo que anoche le había sucedido, sera a la media noche, antes y después del relincho de la mula.

En las noches con luna o sin ella, íbamos por turno los nietos y la abuela, diseque a cuidar los maizales de los ladrones, en la época de los choclos; esto era, en las noches de los meses de Mayo y Junio.

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