Llegó el atardecer, y el primero en llegar fue Paco. Lo traía su madre en el coche, y salió cargado con dos mochilas enormes. En una llevaba el saco de dormir y un montón de ropa, por si acaso tenía frío o se manchaba. ¿O se manchaba? ¿Y qué más dará que te manches en una acampada? Pensó Toni. Pero, en fin, ya sabía que su amigo era muy peculiar en ciertos temas. ¡La otra mochila era de comida! Al final a Toni le extrañó que su amigo no se hubiese traído también el sofá.
- – ¡Hola Toni! Gracias por invitarme a la acampada. Seguro que lo pasamos genial.
- – Hola Paco. Sí, seguro que sí. Ven que te acompaño a dejar las mochilas.
- – Oye Paco, ¿cómo han ido estos dos días de vacaciones?
- – Bueno, pues descansando. Estaba deseando que acabara el cole sólo por descansar. Pero mi madre no me deja. Se pasa el día dándome la brasa para que me mueva y haga cosas. Creo que me ha apuntado a karate o algo así. No sé qué necesidad hay de estar haciendo cosas a todas horas…
Las dos madres se quedaron hablando en la entrada mientras los dos niños se dirigían hacia la tienda de campaña.
Toni miraba a su amigo y no pudo evitar que se le escapase una risotada. Alberto tenía razón, su amigo era un comodón. Además, era incapaz de mear en el campo. Tenía, preciso, que apuntar a la taza del WC. A Toni no le extrañaría que se hubiese traído hasta el albornoz.
Las dos madres se despedían ya, y la madre de Paco gritó agitando la mano:
- – ¡Paco! ¡Hasta mañana! Pásalo bien, cariño.
- – ¡Mamá! ¡No me llames cariño delante de mis amigos!
La madre de Paco movió la cabeza con gesto de resignación y subió en el coche.
Toni alucinaba con lo diferentes que eran madre e hijo. Paco era poco activo, más bien redondito y muy perezoso. Su madre era todo lo contrario. Siempre estaba ocupada haciendo cosas. Toni no recordaba nunca haberla visto sentada en casa. Además, iba al gimnasio, corría maratones… No entendía muy bien de dónde había salido su amigo. Igual es que su madre era tan activa, ¡que él había nacido cansado! Toni rio por dentro su propio chiste y siguió caminando junto a Paco. Seguro que el resto no tardarían en llegar.
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