Vemos a los hombres hambrientos de gloria, de nombre, de
prestigio, de ostentar un cargo público, alcalde, diputado,
senador, presidente, en fin todo con tal de hablar bonito,
de ser un encantador de serpientes, de ser demagogia a costa
de los ciudadanos, la historia y vida republicana en los países
llamados democráticos así lo describen, pero así los candidatos
lo son también los seres humanos, los comunes y corrientes, los
ciudadanos de a pie que prometen un cambio para bien y no lo
cumplen, prometen el oro y el moro, pero sus palabras se los lleva
el viento, el aire y la historia.
¿ Esos carentes cambios son una falta de voluntad ?
¿ Una burla mas a la inteligencia de un pueblo oprimido ?
¿ Una decepción familiar socialmente inaceptable ?
Carecemos quizá de acciones, de hechos positivos para un
cambio verdadero no solamente en la política y en la vida misma
sino en todos los avatares del destino del hombre.
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