Patas, el conejo Serafín

Patas, el conejo Serafín

Chandra Cíclica

05/08/2019


De niña jugaba, jugaba sola, era mi forma de crear un mundo fantástico. A veces me iba afuera, al patio de mi casa, allí no había pasto ni montañas como en las películas, pero imaginaba y los muros se volvían montañas, y las flores jardines gigantes y la pileta el lago, y así, mi mundo creaba.

Pasaron algunos años, con mis padres y mis pequeños dos hermanos viajamos de la ciudad al norte del país. Montañas, ríos, lagos, naturaleza por doquier. Mi sueño de niña se había realizado, me sentía tan en paz mirando la inmensidad…

Vivíamos al lado de una familia que hacía de magos para los niños del lugar, era su vida. Y una de aquellas veces se acercó a mi un pequeño conejito blanco, sus ojos estaban fijos en mi, yo lo vi. El dueño mago me dijo «es tuyo, ya no entra en la galera, mi hijo le dice Serafín, cuidalo y alimentalo con zanahorias y jazmín».

Fue la mascota del hogar, tenía su «cuevita» debajo de las escaleras y si se soltaba buscaba a alguno de nosotros y comenzaba a girar alrededor de nuestros pies pidiendo una o dos galletitas de agua, sus favoritas. Salía al hermoso jardín que ahora teníamos en el campo, él recorría a saltos el pastizal y luego de un rato retornaba a su hogar.

Pasados tres años, un día o el día en que nuestro amado Serafín no regresó de su andanza, algo no estaba bien. Corrieron los días y por la puerta entornada que dejabamos por las noches no pasaba. Nos dimos cuenta que no volvería más, aquel pomposo, copo de nieve, juguetón y a veces bastante molesto Serafín.

Con mucha tristeza en mi corazón un día de esos me fui a dormir, soñé con un ser flacucho y diminuto con alas de libélula que me miraba y me decía: «Yo te seguí, de la ciudad te seguí hasta aquí. Tú de niña imaginabas un mundo de magia, bueno..yo estaba allí, te amé, te amé tanto, que dejé mi cuerpo pequeño por el de un conejo simpaticon. Ahora que nuevamente volví a mi forma debo despedirme de ti. Debo volver a mi casa…ya comprendí que no existe distancia, que nuestro adiós es simplemente un juego. Yo siempre estaré en ti y tu siempre estarás en mi».

En memoria a nuestro amado conejo Serafín.

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