La luna nos descubrió entre los árboles. Tú murmuraste que fastidio… yo le sonreí. No sé… Su tenue luz, en fracciones de segundos, milésimas de tiempo me comenzó a mostrar tu cuerpo…lo que expresaba tu rostro, lo que yo no había oído y jamás descubierto. Sorprendido, impresionado, un tanto encandilado volví a contemplarla entre los árboles y ella me obsequió esa sutil sonrisa; la misma que yo le había correspondido. Aún más encantadora su luz iluminó más profundo. Al interior del todo y de la nada tuya.
Admirado abrí los ojos y me sumergí en tus pupilas…mientras tu besabas mis labios, más yo ya estaba contemplado lo que nadie había verificado. No, no estábamos entre los árboles, sobre esas hojas muertas, desnudas y vibrantes… me encontrabaen lo más profundo de tu ser; a oscuras, sin tiempo, existiendo,latente como una semilla en el desierto… sólo… sin nadie más que yo, e iluminado por la luna que aquella nochete había desnudado entre los árboles.
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