¿Te has parado a pensar en lo que perdiste? No lo creo, claro que no, no lo has hecho.
Si así fuese no la hubieses dejado escapar por nada del mundo. Te aferrarías a ella, la abrazarías y la estrecharías entre tus brazos con todas tus fuerzas para que no se alejara de ti. Le darías todo lo que pidiese y realmente no pedía mucho, solo amor.
Tal vez no fuiste consciente en ese momento. Estabas muy seguro de ti mismo, tu arrogancia y frialdad no te permitieron ver la realidad.
No entendías que estabas dejando ir a la persona que más te amo en tu vida, ¡ojo! digo en tu vida, no en la suya. Porque alguien que se entregó así, probablemente pueda volver hacerlo con la persona indicada. Con la persona que sea capaz de descubrirla, de amarla, por dentro y por fuera. No con alguien como tú, que día a día te encargabas de despreciarla, de no valorarla, de hacerle ver que no te importaba, que preferirías estar con cualquier otra mujer. Porque así la hacías sentir cada vez que, al ir con ella por la calle, no la tomabas de la mano, porque preferías ir a metros de ella por si acaso alguna de las mujeres con las que te cruzabas se fijaba en ti. Porque parecía que siempre estabas buscando algo mejor, que ella no era suficiente, que con ella no bastaba. A ti lo que te pasaba es que en realidad tenías miedo, miedo a que ella abriese los ojos y viese que las miradas de otros hombres se dirigían a ella. Que algún día despertara del sueño y descubriese que estaba alado de alguien que no vale un centavo. Alguien que no es capaz de querer a nadie porque ni siquiera es capaz de quererse a sí mismo.
Ella sin embargo…se dedicó a quererte, a respetarte a cuidarte. Estaba locamente enamorada de ti, sin siquiera entender por qué. Día a día se acostaba en su cama con lágrimas en los ojos pensando que tal vez mañana sería mejor. Que un día al fin la corresponderías como es debido, que algún día conseguiría traspasar el hielo y llegar a tu corazón.
Cada vez al terminar de hacer el amor soñaba con quedarse abrazada a ti, acurrucarse entre tus brazos y amanecer ahí. Pero tenía que hacerse la fuerte e irse a su habitación tras oír tus frases cotidianas. Esas frases…que le dolían y no sabes cómo. Siempre tenías excusas para todo, “que dirán si se enteran”, “mejor que nadie lo sepa”, “no es el momento para una relación”, “no estoy preparado”, “vete a tu cuarto, es mejor así, si no nos vamos a cansar el uno del otro”, “aun somos jóvenes, tenemos que probar” bla, bla, bla.
Siempre alegre, siempre dispuesta hacerte feliz, se entregaba sin condiciones. Tan solo tu existencia le bastaba para ser feliz. No te juzgaba por nada, simplemente te amaba.
Parecía que siempre iba a estar ahí, que nunca se cansaría de esperar. Pero en eso te equivocaste. Se cansó y se fue, se fue para siempre.
Al principio no te importó perderla, claro, ahora eras libre…aunque siempre lo fuiste.
Por fin, te la habías quitado de encima. Por fin podrías mirar y mirar a las mujeres que te diese la gana porque ya no estaba ella, que a pesar de no decirte nada te hacia sentir mal cada vez que se dibujaba tristeza en su rostro. Podrías conocer a más, probar, eso es lo que querías ¿verdad?
Pasaban los días, los meses e incluso años, y probaste y probaste y a todas y cada una de ellas les faltaba algo. Ninguna lograba cautivarte. Siempre esperando a encontrar lo que buscabas, pero ahí esta el problema, nunca supiste qué buscabas. Ni siquiera te diste cuenta de que ya lo habías encontrado.
Te empezaste a cansar de amanecer cada mañana con mujeres diferentes. Ninguna de ellas llenaba tu vacío. Ninguna de ellas te hacia reír, te hacia aprender, te hacia volar y sobre todo ninguna te hacía sentir.
Un día de pronto piensas en ella, realmente siempre habías pensado en ella. Te diste cuenta de todo, de que jamás encontrarías a alguien así de nuevo, de que jamás alguien rellenara el vacío que ella dejó. De que nunca te diste cuenta de lo feliz que fuiste a su lado. De lo maravillosa que era. ¿Como aguanto tanto a pesar de como la tratabas?.
Has conocido a muchas mujeres. Algunas incluso te han llegado a herir.
Te das cuenta de que tendrías que conocer a millones de mujeres más para tal vez, volverte a cruzar con alguien como ella.
Y piensas que has hecho con tu vida, ¿por qué no le dijiste en su momento lo que sentías? ¿por qué el miedo te invadía? ¿por qué esas ganas de probar cosas nuevas si lo que tenías te gustaba? No te gustaba… te chiflaba.
Tratas de averiguar qué fue de ella. Intentas retomar el contacto. Te empiezas incluso a obsesionar.
Descubres que ya es tarde, ella ahora es feliz. Encontró a su príncipe azul, formó una familia y tiene la vida que tu tanto detestabas. Sientes envidia por ese hombre, por tenerla como compañera de vida. Y te lamentas de no haber sido tú. De no haber estado a la altura.
Pasaron años y sigues solo, ahora solo de verdad. Porque ya no puedes estar con nadie más.
<> ( Solo sabes que la amas cuando la dejaste ir)
OPINIONES Y COMENTARIOS