LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO

LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO

Oliver Rogel

10/07/2019

LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO

INTRODUCCIÓN

Ser joven y católico en esta sociedad es un reto apasionante. Estamos sometidos a un bombardeo continuo que nos incita al consumismo, al placer efímero, a la apetencia del momento, la inmediatez prima por encima del esfuerzo y del sacrificio. El ideal de la felicidad y su búsqueda queda desfigurado es por ello que vemos a diario muchos jóvenes angustiados y diseccionados de la vida. Pero, ¿Dónde queda en todo esto nuestra docilidad a los planes de Dios? La verdadera vocación del hombre es la vocación a la felicidad plena vivida en Comunión con Dios.

DESARROLLO

El concepto de vocación se presta a diversas interpretaciones y por tanto puede provocar confusión. Podemos usar la palabra vocación de diferentes maneras, en diversos niveles.

En realidad, la palabra VOCACION proviene del latín: VOCARE, que significa llamado. Sentir una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no tiene sentido.

Cuando hablamos de la vocación al sacerdocio, hablamos de un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor. También es un llamado a ser puente entre Dios y los hombres, un llamado a seguir en el mundo para salvarlo. Por ende, la vocación al sacerdocio es la decisión de un futuro sacerdote que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos, a salvar sus almas y a hacer este mundo más como Dios lo pensó.

DEFINICIÓN DE LA PALABRA VOCACIÓN

Es importante profundizar este término desde un enfoque etimológico:

Dos tipos de vocación: religiosa y profesional.

La vocación desde una perspectiva religiosa es:

  • Llamada o inspiración que una persona siente procedente de Dios para llevar una forma de vida, especialmente de carácter religioso.
  • Inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo.
  • Mateo 16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
  • Filipenses 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
  • 2 Tesalonicenses 2:14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
  • 1 Timoteo 6:12 Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
  • Hebreos 3:1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
  • 1 Pedro 5:10 Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
  • Romanos 1:6 entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;
  • Efesios 4:1-2 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

En el ámbito de la profesión, se ve la vocacióncomo:

Por lo tanto, la vocación al sacerdocio, más que ser una profesión, es una vocación de fe, y qué es las fe? [1],[2],[3].

ÁLGUIEN LLAMA.

Debemos poner en claro antes que nada, que es Dios quien llama. Iluminados por la fe y experiencia enorme de la Iglesia, sabemos ciertamente que toda vocación viene de Dios.

QUIERO RESALTAR DOS MOMENTOS EN LOS QUE DIOS LLAMA AL HOMBRE.

EL PRIMER LLAMADO.

Dios Creador nos llama del no ser, a la existencia. Nosotros no nos damos la vida sola: la recibimos gratuitamente. Dios, por medio de los padres, va llamando a la vida a los seres humanos. No somos el resultado casual e intrascendente de un proceso biológico ciego, sino que Dios asocia en su obra creadora a causas segundas, en este caso los padres.

UN SEGUNDO Y SUBLIME LLAMADO.

Pero Dios no nos llama a la existencia nada más para que vivamos, crezcamos, nos reproduzcamos y nos muramos. No somos animales. Él tiene un proyecto grandioso e inefable para cada persona llamada a la existencia.

Cada uno de nosotros que poblamos la tierra, estamos llamados «desde antes de la creación del mundo», como nos dice San Pablo en su maravillosa carta a los Efesios, a participar de su propia VIDA DIVINA, hasta la eternidad, lo que llamamos la GRACIA SANTIFICANTE.

Este llamado, esta vocación a la Gracia, es el hecho más importante en nuestras existencias. Solamente por la Fe, podemos entender el sublime llamado que Dios nos hace en su querido Hijo y de la aceptación de esta verdad toda nuestra vida adquirirá un sentido total.

Quede tan solo claro, que Dios no nos llama únicamente a gozar de la vida humana, sino que aparte de esta existencia a nivel humano, El nos llama a participar ya de su Divinidad: es la vocación a la Gracia. Y siendo la Gracia de por sí santificante, en resumidas cuentas, Dios nos llama a la santidad. Todo hombre nacido en este planeta, está llamado a ser Santo. La vocación a la Santidad es universal.

De una manera brillantísima el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática «Lumen Gentium» nos aclara el llamado universal a la santidad por la participación de la Vida Divina: «El Padre Eterno creó el mundo universo por un ubérrimo y misterioso designio de su sabiduría y de su bondad; decretó elevar a los hombres a la participación de la Vida Divina» (LG2).

Más adelante en el número 39 el mismo documento expresa: «por eso en la Iglesia todos, ya pertenezcan a la Jerarquía, ya sean apacentados por ella, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación» (1 Tes.4,3).

Pero como sacerdotes el Señor llama a que le sirvamos desde una misión específica.

El HOMBRE RESPONDE…

Si en toda vocación es Dios quien llama, toca al hombre responder a dicho llamado. Y como el hombre es libre por designio Divino, puede responder afirmativamente… o no. Podemos negarnos al don de la existencia suicidándonos. Podemos negarnos al llamado a la santidad, pecando. Es nuestra decisión y Dios la respeta porque no quiere autómatas. Él pone ante nosotros la vida o la muerte, la Gracia o la condenación. ¡Terrible cosa ser tan libres!

Leemos en el Evangelio de San Mateo 4,18-22 cómo «Caminaba Jesús a orillas del lago de Galilea y vio a dos hermanos; Simón, llamado después Pedro y Andrés, que echaban las redes al agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme y los haré pescadores de hombres». Los dos dejaron inmediatamente las redes y empezaron a seguirlo. Más allá vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que con Zebedeo, su padre, estaban en su barca zurciendo las redes Jesús los llamó y ellos también dejaron la barca y al padre y empezaron a seguirlo».

Así llamó Cristo a «los que Él quiso» de entre todos sus discípulos y los fue formando por tres años de una manera especial. Les fue dando órdenes y confiriéndoles sus poderes para llevar a cabo su obra de salvación.

Si hay una cosa clara en los Evangelios, es la intención precisa de fundar su Iglesia en los Apóstoles para santificar y salvar a la humanidad entera por la predicación de la Palabra de Dios y la celebración de los Sacramentos.

Tan magna empresa, obviamente, no terminaría con la muerte del último de los Apóstoles y así, ellos fueron comunicando sus poderes sacerdotales a sus sucesores por la imposición de las manos, como constatamos en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo.

Desde entonces, miles y miles de muchachos han sentido el mismo llamado a entregar su vida entera por la salvación de las almas. «El amor de Cristo nos apremia» decía San Pablo y esos hombres, inflamados por el amor a Dios, han llevado la Palabra de Salvación por muchos siglos a todos los rincones de la tierra.

«Por su vocación y ordenación, los presbíteros de la Nueva Alianza son ciertamente separados en el seno del Pueblo de Dios, no para alejarse de él, ni de cualquier hombre, sino para que puedan consagrarse totalmente a la obra a la que el Señor los llamó» (P.O.3).

Pero ¿cómo llama Dios a un joven a su servicio? Tengamos presente que Él toma la iniciativa y llama a quien quiere del modo que Él quiere. Puede ser que el muchacho ve de pronto, con una lucidez total, que el sacerdocio es lo suyo. 0 bien puede suceder que la idea vaya colándose lentamente en su ánimo, como a través de una niebla que se despeja poco a poco. Algunos han sido llamados desde su más tierna infancia y jamás han pensado en otra cosa; otros al contrario, han tenido que superar dudas y tentaciones, altibajos y decepciones. Cada sacerdote podría decir el cómo de su llamado. Hermoso el testimonio de un sacerdote Marista que desde los siete años al ver a su cura párroco ya anciano, se dijo: «A su muerte yo tomaré su lugar»…

La vocación sacerdotal llega a ser realidad efectiva y definitiva cuando se recibe el sacramento del Orden. La llamada de la Iglesia en el momento de la ordenación, es un factor constitutivo de la vocación sacerdotal y garantiza su existencia.

FUNDAMENTACION BIBLICO SOBRE EL LLAMADO DE DIOS

Dios es el que llama a sus elegidos, y podemos fundamentar este llamado en las citas bíblicas de:

Además, la vocación es un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor.

Así mismo es un llamado a ser puente entre Dios y los hombres.

Un llamado a seguir en el mundo, para salvarlo, pero sin ser del mundo.

La decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos a salvar sus almas y hacer este mundo más como Dios lo pensó.

LA VOCACIÓN AL SACERDOCIO NO ES

Por lo tanto jóvenes, la vocación al sacerdocio no es un ‘modus vivendi[4], es una forma de ser.

Un sentimiento: se suele decir que «siento la vocación». En realidad la vocación no se siente. Es, más bien, una certeza interior que nace de la gracia de Dios que toca mi alma y pide una respuesta libre. Si Dios te llama, la certeza irá creciendo en la medida de que tu respuesta vaya siendo más generosa.

Un destino irrevocable (ineludible): Muchos creen que el que tiene la vocación «se va porque se va». No. La vocación es un misterio de amor y el amor es siempre libre. Si yo no respondo con generosidad, el llamado de Dios queda frustrado.

Un refugio para el que tiene miedo a la vida.

Una carrera como cualquier otra: es una historia de amor.

Una seguridad matemática: en la vocación sacerdotal tienes que aceptar el riesgo del amor, pero recuerda que es un riesgo en manos de Dios.

LOS SIGNOS

Hay infinitas formas como Dios puede llamar a un joven para su servicio. Aquí tienes algunos de los ¨síntomas¨ más frecuentes:

  • Quieres hacer algo grande en tu vida
  • Sientes que Dios espera algo más de ti
  • Te preocupa el dolor de los hombres
  • La vida de un joven ¨normal¨ te gusta pero sientes que falta algo
  • Ante Dios y ante tí mismo
  • Sólo tú tienes que darle la respuesta a Dios
  • Hay muchos jóvenes que tienen miedo de investigar su vocación y prefieren esconderse detrás de pretextos
  • ¡Que error pensar que Dios pueda proponernos algo que no nos haga felices!
  • La vocación sacerdotal es un proceso como toda historia de amor
  • No quieras respuestas fulminantes y por whatsapp, facebbok., etc. Debes tener mucho dialogo con tu párroco pero de manera especial con el Padre responsable del departamento de vocaciones. P. Siro Soto.
  • Dios se esconde un poco cuando nos llama y es que quiere dejar el margen suficiente a nuestra libertad (de otro modo no sería una historia de amor sino de esclavitud). Me adelanto un poquito, que Una vez que estas en el seminario Dios te pone pruebas y esas pruebas debes enfrentarlas, no solo, sino con la ayuda del Espíritu Santo, del director espiritual y de personas que te puedan ayudar solucionar las dificultades. Solo así podrás llegar a ser un buen sacerdote.
  • Pide ayuda a algún sacerdote orientador vocacional
  • Aprovecha los encuentros y retiros vocacionales para conocer más de la vocación y el ambiente del seminario.
  • Gen 12,1-9 La vocación de Abraham
  • Ex 3,1-22 La vocación de Moisés
  • 1 Sam 3,1-21 La vocación de Samuel
  • Jue 6,11-16 La vocación de Gedeón
  • Am 7,10-17 La vocación de Amós
  • Is 6,8 La vocación de Isaías
  • Is 61,1-10 El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha elegido
  • Jer 1,15-19 Antes de formarte ya te conocía
  • Jer 15,10-18 Tu palabra era para mí gozo y alegría
  • Jer 20,1-13 Me has seducido y me he dejado seducir por ti
  • Ez 3,1-21 Ve y comunica al pueblo de Israel
  • Jos 1,1-9 Estaré contigo como estuve con Moisés
  • Lc 1,26-38 La vocación de María
  • Mt 9,9-13 La vocación de Mateo
  • Lc 18,18-30 La vocación del joven rico
  • Jn 1,35-51 Los primeros discípulos
  • Hech 22,3-23,1 La vocación de Pablo
  • 1Cor 1,26-29 Los llamados por Dios
  • Mt 4, 18-19 Os haré pescadores de hombres
  • 1Timoteo 1,12 Gracias, Señor, me creíste digno del ministerio
  • Mt 4,18-19 Vio a dos hermanos, Simón y Andrés
  • Mc 1,17 Os haré pescadores de hombres
  • Mc 1, 20 Dejaron a su padre y se marcharon con Él
  • Mc 3,13-18 Llamó a los que El quiso
  • Mc 10,49.52 Animo, te está llamando
  • Lc 5,1-11 Señor, apártate de mí, que soy un pecador
  • Lc 19,1-9 Era jefe de los cobradores y muy rico.
  • Jn 15,16 Yo os elegí y os destiné a que déis fruto
  • Ser bachiller
  • No tener hijos
  • 3 años de filosofía
  • 4 de teología

NECESITAS SER HONESTO

TENER UNAS CUALIDADES

Si Dios te llama te dará las cualidades necesarias para ser sacerdote. Necesitas saber si tienes esas cualidades. Para ello, coméntalo con el sacerdote orientador vocacional y él, después de un período de seguimiento y discernimiento, te ayudará a saberlo.

RECUERDA QUE LA VOCACIÓN ES UN PROCESO

¿Cuál es el mejor MOMENTO para decidir la propia vocación?

La verdad es que lo mejor es responder cuando Dios llama: ni antes ni después. Si ya te diste cuenta de tener el llamado de Dios ¿para qué te esperas? Y si tu llamado todavía no madura ¿para qué te precipitas?

¿Cómo estar 100% SEGURO de tu vocación a la vida sacerdotal o religiosa?

La vocación no es una certeza matemática, sino una certeza en la fe, como la tuvo Abraham en su llamada (Gen 12). Si tú esperas una certeza que no te deje ninguna duda, no la encontrarás jamás. El amor es también un riesgo, pero acuérdate de que es un riesgo en manos de Dios, que es fiel, que nunca falla y que quiere siempre lo mejor para nosotros. Además, esa certeza irá creciendo con fuerza en la medida que vayas avanzando con generosidad en tu proceso vocacional.

Mi FAMILIA se opone

Debes convencerlos con la madurez de tu comportamiento y la perseverancia en tu determinación. Quizá también ellos necesitan tiempo para asimilar tu vocación.

Y… ¿si FRACASO?

En la vocación consagrada no hay fracaso posible si tú no quieres. Dios lo único que espera de ti es tu libre decisión de amarle y de aceptar su voluntad sobre tí. Por eso, mientras tú estés dispuesto y digas: «Señor, ¿qué quieres que haga?», no te puedes equivocar. Otra cosa será el camino por el que el Señor te quiera llevar que, a veces, es muy misterioso.

CONCLUSIÓN

Citas bíblicas

REQUISITOS

TIEMPO

Contactarse con el promotor vocacional


[1] C.E.C. Nro. 166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.

[2] Etimológicamente: la fe es la Creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior (un dios o varios dioses) que generalmente implica el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, de normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital, puesto que la persona considera esa creencia como un aspecto importante o esencial de la vida.

[3] Citas bíblicas donde encontramos fundamento sobre la fe: Lc 17, 5-6: granito de mostaza; Mateo 14, 24-33: cuando la barca se está undiendo, Jesus les dice hombres de poca fe; Efesios 6, 13-18: las armas de la fe…

[4][4] Modus vivendi es una locución latina que significa «modo de vida» o «forma de vida». A menudo se usa para referirse a un arreglo o acuerdo que permite que las partes en un conflicto coexistan en paz. En la ciencia, se usa para describir los estilos de vida.

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