Me hundo. Hasta desvanecerme.
En tu piel de dona azucarada,
de pan suave y reblandecido…
por este tomarte a la fuerza.
En rigidez total.
Espasmo.
Espasmo que se expande y me invade
en este palpitar que inunda,
me inunda,
Me desentraña,
me desgarra,
Y luego me hace volver, s
al placer único de:
Toda esa seducción acumulada.
Que con el infinito se expande y se contraer,
dentro de mí,
dentro de ti.
Me hundo hasta desvanecerme.
En tu sal de vida que empuja.
Besa, araña.
Hasta lograr el éxtasis sublime.
DE los que se filosofa
sólo en el deseo de «Ser»
De estar ahí la tente en el sexo que arde
y se desinhibe.
Con este saciar de hermenéuticas envueltas
en hedonismo.
En bacanal de dos.
Con la fuerza de tu piel.
En mis adentros.
Rasguñándome,
Mordiéndome.
Colapsándome hasta saciar
los más recónditos puntos del deseo.
De este deseo que se nos desparrama por las entrañas.
Hasta formar un óleo de eternas
sinfonía amatoria.
Amorosa, lúdicas, sensuales
y auditivas que hoy quiero expandir.
Déjame entonces expandirlas hoy sobre
tu piel, en esta
brama interminable que inunda y
cubre mi eterno fantasear sobre tu piel.
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