—¿Qué es eso? Esa silueta que se ve en la arena del mar, parece una sombra, una sombra que va del negro al gris y desaparece, viene y va como foco fundido. ¿Qué será? Será parte de la naturaleza, será amiga del mar, será que el sol lo proyecta. Se ve balanceándose de derecha a izquierda en una parsimonia constante, no hay nada detrás ni de frente, no es el reflejo de nada ni nadie. ¿Qué será?
—Es un alma que se perdió, en el despertar estaba llena de fantasmas y por las noches estaba llena de demonios, huyó de ella, tan lejos como pudo, tenía miedo de si, tenía miedo de perderse y acabo perdida. Ella era como tú y como yo, una figura hermosa y consciente y se la llevó la oscuridad, se apagó poco a poco y fue desapareciendo, su alma quedo atrapada entre todos esos demonios que la persiguieron. Un día ya no se vio al espejo, miraba su silueta de color gris oscuro, después gris claro, acabando en blanco amarillento. Ya no era humana, era una sombra que paseaba de aquí para allá por la ciudad, el amor no la pudo salvar, por más fuerte que fuera, era externo y no pudo sanarla porque ella misma no se quería. Nunca encontró sus respuestas, perdió la fe, perdió la vida, se sintió sola en este mundo saturado, dejó a su familia, dejó a su novia, las dejó vacías con su ausencia. Ella se vio perderse y no hizo nada para rescatarse, perdió la fuerza de seguir y se dejó llevar por el sentimiento desganado constante. La playa era su lugar preferido y una mañana se entregó a ella, el mar y el sol la abrigaron entre sus olas y la calidez. A veces la dejan jugar en la arena y estar con los visitantes, se acerca a aquellos que vibran bajo, aquellos que comienzan a verse grises y los invita con una sonrisa a ir a jugar con ella también.
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