Con principios de alucinante certera, en calma y clamor, así yo la miraba a ella, siempre era tan gentil como la dulzura misma, era generosa y amable. ¿Cómo nadie más? Ella era poesía viviente que me llevaba a escribirle, siempre sentada en la ventana, mirando las estrellas, soñaba con ser astronauta, más nunca lo fue.
Era hermoso escucharla tocar el piano, sentir esa suave fragancia que se paseaba en los corredores cada meneaba el abanico por el calor. Ella era el amor de mi vida, siempre lo fue, desde aquel verano en que tras un roce inusual por un libro que amábamos los dos nuestros ojos se miraron, entonces por una fracción de segundos, vi que Dios existía.
Después nuestra vida se volvió un romance, luego una vida y por ultimo una historia de amor.
¡My amada May Polet!
Ella era joven y radiante cuando yo la conocí, me gustaban su ojos, sus caderas, su sonrisa y esos pequeños hoyuelos que se le hacían en la comisura de su boca, las pequeñas pecas que al sonreír parecían bailarinas de ballet sobre su rostro, sus codos de leche fresca y esos ojos de verde oliva, su sentir filosófico por la vida y ese dejo de profundidad y misterio que se escurría por sus pechos discretamente mostrados por su camisón.
¡Si, que era el amor de mi vida!
Pasaron los años y nos fuimos volviendo grandes, esposos, fuertes como los robles, de su vientre surgió la vida, me dio cinco hijos, todos hermosos, únicos y radiantes, a los cuales ame inmensamente. Ellos eran mi mundo, mi vida, mi felicidad. ¿Porque? La razón muy simple, ¿Por qué yo la amaba a ella? ¿Cómo sólo un hombre puede amar a una mujer y a sus frutos?
Era la vida, amor de la vida, mi vida, eso era mi familia para mi, mi esposa era cariñosa y dulce, yo trabajaba para ella y para mis hijos, dulces como la miel mis hijos, buenos hijos, trabajadores y leales, ellos después me ayudaron a mi, juntos pusimos un taller de artesanías, en el cual trabajábamos todos, nos amábamos, ¡Claro que si nos amábamos mucho!
Asi pasaron varios años, esa noche estábamos cenando. Y de repente tocaron a la puerta, yo no quería abrir. ¿Tal vez hubiera sido mejor no hacerlo? Pero abrí la puerta, entonces esos dos hombres entraron y sin más nos amenazaron, nos ataron a las sillas y comenzaron a torturarnos psicológicamente, ellos con armas, nosotros con nada, mis hijos asustados me miraban el más pequeño preguntaba ¿Qué porque hacían eso?
Uno de ellos lo abofeteo, entonces no pude más y le grite, el me golpeo, y entonces nos disparo a todos. Fue un alibio no lo niego, porque ahora estamos aquí siempre en esta casa, miramos a las personas pasear por las afueras, las vemos caminar con sus carreolas y carros y nosostros seguimos aquì en esta casa, somos fantasmas dichosos, después de todo ahora ya no le abrimos la puerta a nadie, mis hijos siempre tienen la misma edad y mi esposa sigue siendo tan amorosa conmigo, como lo a sido desde la eternidad.
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