La voz del silencio – Estrella

La voz del silencio – Estrella

Luisa Montenegro

01/06/2019

-Vení, rápido que estoy que flipo! Un ovni boluda! Rápido subí a la terraza.

Me costó asimilar sus palabras. Esos días era una estudiante de máster que alojaba en una residencia de mujeres y ella era una argentina que apenas conocía hace unos días y llevaba más de 10 años viviendo en España.

Yo acababa de llegar a la residencia con la carga en mi mochila y la desorientación de quién apenas reconoce el camino que recorre. Cerré la aplicación de Google Maps y guardé rauda el celular en el bolsillo.

Diana, hondureña y que también acababa de conocer, tampoco entendía mucho, tan solo reía ante las exclamaciones de aquella mujer que apenas superaba los 50 y cuya sonrisa y maneras contagiaba a todo el mundo.

Bajita y rolliza, arreglaba su cabello corto, revuelto y recién lavado. Sonreía como una chiquilla 11 años. Era una sonrisa loca y vibrante. Me contagió de ella, la seguí por el ascensor y subimos las 3 al quinto piso.

Llegamos a una terraza lo suficientemente grande para tomar sol en verano, pero que ahora solo mostraba sabanas y ropa en los tendederos. Aún se respiraba aire tibio, apenas entrábamos al invierno. Podía sentir el aroma de la brisa mezclarse con el detergente. La cúpula azul de la parroquia de San José de Calasanz asomaba entre los demás techos irregulares, iluminados por las escasas luces nocturnas e interrumpidos por los cables y las antenas parabólicas. Era una imagen interesante, la mezcla entre la elegancia de la historia y tosquedad del mundo moderno.

-¡Ahí, ahí está!

Miré de un lado a otro buscando el avistamiento. Diana hacía lo mismo, entre nervios y sonrisas logramos notar un globo que brillaba tanto como los antiguos anuncios de neón.

-¡Estaba ahí boluda! Acababa de ducharme y cuando vine a colgar la toalla, de pronto…-abrió los brazos de par en par-Te lo juro, flipé en colores cuando lo ví. ¡Un ovni dije! ¡Los ovnis nos vienen a buscar!

No me atreví a decir que no era un ovni, aunque ni yo misma podía deducir de qué se trataba. Parecía una especie de globo gigante, viscoso y escurridizo. Por segundos vi como pasaba de elevarse en el cielo a algún lugar de la ciudad donde se vislumbraban más luces.

-Debe ser algún concierto Estrella, por eso es tan brillante-indicó Diana riendo. Le di la razón, tenía en mi memoria que algún artista cantaría cerca, seguramente era parte del entretenimiento. Estrella parecía decepcionada, entonces se recuperó y asomó al borde de la terraza y calló un momento.

-Sí… si. Eso parece… Pero, imaginá la impresión cuando lo ví acá, encima mío-sonrió enérgica- Flipé en colores boluda. Pensé ¡Los ovnis invaden Valencia! Imaginá si me llevan, yo así en camisola… secuestrada por los extraterrestres.

-Eso hubiese sido gracioso de ver-expresé riendo.

Estrella indicó irónica si acaso no me hubiese gustado a mí andar en flotando en bragas por Valencia. Yo dije que sí y ella riendo admitió que también.

Regresamos a nuestras habitaciones poco después. Riendo de las peripecias de Estrella y la nuestra por seguirle el juego.

Poco antes de despedirnos, Estrella indicó que regresaría nuevamente a la terraza a revisar que su toalla hubiese quedado bien colgada. Pude notar cierta picardía en su mirada, pero no me atreví a detenerla. Le desee buenas noches y que tuviera cuidado con las antenas parabólicas.

Ya en mi cama, continuaba riendo de lo ocurrido. De pronto, una extraña luz asomó por mi ventana. Parecía una esfera. Una esfera pequeña y brillante que flotaba danzante sobre los techos de Valencia. Me dio la impresión que saludaba, incluso que escribía la palabra «boluda» en el cielo.

<<Al menos nos hubiese invitado>> Pensé. Entonces di un largo bostezo y esbozando una sonrisa volteé hacia el otro lado de la cama.

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