Mi pequeño poder

A lo largo de mi vida siempre me han fascinado las historias fantásticas, esas que te hacen pensar en la posibilidad de la existencia de poderes que escapan a nuestro entendimiento y que hay personas capaces de manejarlos a su antojo para la finalidad que deseen. Lo que no tenía ni idea de que un día me iba a ver involucrada en algo que aún sigo sin entender.

Desde bien pequeña sentí fascinación por la fotografía, por conseguir plasmar de alguna forma toda esa belleza que me rodeaba de ven en cuando. Conforme me hice mayor fue aumentando la cantidad de ellas de forma que conseguí plasmar realmente el sentimiento que me inspiraba cada cosa que observaba, llegué ha hacerme adicta a dejar reflejado de algún modo las emociones y sensaciones que me provocaban las cosas.

Fue entonces cuando un día admirando una fotografía en mi comedor de repente empecé a notarme cada vez mas ligera, como si por un instante estuviera desvaneciéndome. Empecé a escuchar el murmullo del agua al caer, como la gran cascada que mostraba la fotografía, y la escuchaba tan nítida que no podía ser fruto de mi imaginación. Aunque cabía la posibilidad de que por un instante viendo la fotografía de aquel rincón perdido que visité años atrás recordara tanto lo que viví consiguiendo engañar a mis sentidos de tal forma que consiguieron hacerme creer por un instante encontrarme en ese mismo lugar. Pero… al cerrar los ojos para respirar profundamente y serenarme me entró la duda, duda que se disipó al abrirlos de nuevo y descubrir que mis ojos ahora estaban viendo delante de mi esa selva inmensa correspondiente a las cataratas mas hermosas que nunca había visto. No había rastro de los muebles de mi comedor, donde hacía un suspiro me encontraba viendo la fotografía.

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¿Cómo había llegado hasta allí? Aunque resultase una locura sin sentido, la realidad es que me encontraba en esos momentos sola, rodeada de toda esa vegetación espectacular y que parecía no tener fin. Para comprobar que no estaba sufriendo ninguna alucinación me dirigí al rio que continuaba a la catarata, para descubrir ante mi sorpresa que al tocar el agua con mis manos la sentí fresca y clara, tan pura que podía observar todo el fondo del rio.

Decidí dejarme llevar por aquel lugar para impregnarme de toda la energía que transmitía, toda esa luz, esa paz y tranquilidad que desprendía. Volví a notar como aquel día que ya estuve aquí, una infinidad de ojos que me observaban inquietos sin saber si este ser que se encontraba tan fuera de su hábitat era amiga o enemiga.

Para no molestarlos ni intimidarlos y porque en cierto modo tampoco sabía si eran ellos mismos pacíficos, decidí darme un rodeo por el lugar, y me sumergí tanto en lo que me rodeaba que perdí la noción del tiempo aunque sin duda me daba exactamente igual, mi alma y mi espíritu estaba tan conecta a aquel lugar que tenía la sensación de pertenecer a ese entorno.

Pero de repente cuando sentía que me estaba abandonando a lo que me hacía sentir aquel lugar, oí un sonido lejano, me pareció familiar pero no conseguí diferenciarlo, hasta que poco a poco me fue siendo mas claro, algo dentro de mi se removió al recordar aquel ladrido de mi chico, automáticamente y por inercia baje la mano a mi costado pero mi compañero de aventuras que no se encontraba a mi lado.

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Era un aullido de pena y lamento, partiéndose mi corazón al instante. Por mucho que ese lugar formara parte de mí, había un ser peludo adorable que lloraba mi ausencia, y por pura intuición saqué mi movil para observar la foto puesta en él, un perro con una mirada tan noble que me enamoró desde el primer día que lo vi. Automáticamente volvía a tener esa sensación de estar desintegrándome y cerré los ojos, solo los abrí al notar una lengua enorme que me estaba lavando la cara por completo. El amor incondicional que sentí al verlo no se puede explicar con palabras al igual que la alegría que mostraba él al reencontrarse conmigo.

Tras analizar lo sucedido y ver la foto en mi mesa, la foto que reflejaba el lugar al que había viajado llegué a la conclusión que al dejar una parte de mi alma en aquellos lugares visitados y plasmar su esencia con mi máquina fotográfica había conseguido crear un vínculo que me permitía transportarme a ellas solo viendo las fotografías. Pero también me di cuenta que al hacer eso perdía tanto la noción de la realidad que por un instante creí que mi auténtico lugar era la foto. Hizo falta algo realmente importante para mí para hacerme entrar en razón y volver.

Viendo el peligro que corría de perderme en la fantasía de mi nuevo poder decidí no volver a intentarlo porque aunque en principio cualquiera podría pensar en las comodidades de viajar de esa forma, también recordé que en muchas ocasiones el propio camino hasta el destino tiene momentos y rincones que aun no estando reflejados en ninguna fotografía también son hermosos y merece la pena vivirlos.

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Además de lo mas importante, cuando entró en mi vida mi compañero de aventuras le prometí que vendría conmigo hasta el rincón mas escondido del mundo, además que si algo había aprendido hasta ahora y mas todavía con esa extraña experiencia… se había convertido en mi ancla a la realidad y mi guardián protector, pero a su vez yo también me había convertido en su guardiana protectora, por ello sus aullidos me hicieron regresar.

Está bien soñar, volver al pasado o imaginar un futuro, pero mantén aquello cerca que te haga volver a recordad la realidad y el presente, y que en este también hay momentos que merecen ser vividos, acompañadas de tus anclas.

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