La 4T y la lucha de clases. Luis Castillo

La 4T y la lucha de clases. Luis Castillo

Luis Castillo

25/05/2019

La 4T y la lucha de clases.

México atraviesa hoy una coyuntura política muy particular de su historia moderna, no es casualidad ni mero “discurso” sin instrumentar, hablar de la “Cuarta transformación” como lo ha venido vociferando la derecha reaccionaria de este país y algunos sectores de la izquierda más cercana a la derecha o de la izquierda más alejada de la organización institucional.

Después de la decadencia del tradicional régimen posrevolucionario, que veía su rostro reflejado en el oficialismo priista, vino un desmantelamiento muy acelerado para que el Estado nacional burgués mexicano se ajustara a las nuevas dinámicas y exigencias del capital internacional, lo que confecciono un modelo tecnocrático neoliberal y ajusto la alternancia electoral a esa línea y estilo de gobierno, haciendo que fuera prácticamente imposible, identificar en los hechos, cuando gobernaba el PRI y cuando gobernaba el PAN.

Hoy ese estilo político de gobernar ha tenido un revés, debido a múltiples factores, entre ellos la inseguridad y la violencia generalizada en el territorio nacional, provocada por la consolidación de los carteles y la opaca colaboración estratégica con los países vecinos, la insuficiencia institucional producto de un déficit democrático y una mala ejecución del federalismo, la crisis política sustentada en anteriores fraudes electorales y una desarticulación con sectores amplios de la sociedad, un estancamiento económico con graves desigualdades entre la población, tensiones medio ambientales provocadas en gran medida por las pocas regulaciones reales a la operación industrial y a políticas extractivas a las que condenaron al capitalismo de periferia, la poca adaptación a la era digital y las redes ciudadanas de participación que en ella se tejían, sin olvidar que cada una de estas variables se apareaba con la corrupción más cínica posible.

En este marco se abren muchos desafíos para las clases trabajadoras, a su vez tenemos que dar lectura a que el rompimiento electoral con el oficialismo priista y su símil el PAN, en una elección histórica que permitió el acceso de la izquierda liberal a la presidencia de la república, abre un abanico de oportunidades para que nuestra clase social avance en su lucha por la emancipación.

La reforma laboral aprobada este año, es una prueba de la reconfiguración de la lucha de clases en nuestro país, pues incrementa los recursos legales para disputar al “charrísmo” la representación sindical, al dar carácter de obligatoriedad a la elección de representación el voto universal, directo y secreto, el derecho de libertad de gremio creando nuevas organizaciones sindicales, la obligación de consultar a la base para aprobar los contratos colectivos de trabajo, obligar a los patrones a cotizar el seguro social con el salario real de los trabajadores, obligar a que se les entregue a los trabajadores copias de los CCT así como sus modificaciones, e impedir la creación de sindicatos de protección patronal, por mencionar lo más relevante.

Eliminar al “charrismo” como practica corporativa de opresión económica del patrón y de control político del Estado burgués sobre los trabajadores, supondría un golpe inteligente y estratégico para seguir desmantelando el viejo orden político, por lo que será importante que en esta democratización sindical, los trabajadores crezcan en cuanto a capacidades de organización revolucionaria y de formación intelectual, pues de nosotros vendrá el ejemplo para el resto del conjunto social, pues no puede haber cambio sin una alternativa exitosa.

Sin embargo en materia laboral queda pendiente revertir la reforma neoliberal impulsada durante el sexenio peñista, que legalizó la precariedad laboral al reglamentar laxamente el outsourcing, además de abaratar y facilitar el despido, reducir a un año el derecho a salarios caídos en caso de litigio, establecer el esquema de pago por hora, ampliar los contratos temporales, a prueba y de capacitación y donde se atentó contra la bilateralidad obrero patronal, al permitir acuerdos individuales entre patrones y trabajadores.

Las clases trabajadoras se deben seguir organizando en todos los espacios que sea posible para asumir las oportunidades que representa este nuevo estilo de gobierno, a su vez la relación que tengamos con este nuevo gobierno debe cambiar, creando mayores espacios democráticos para sumar aportes desde nuestra realidad objetiva, a este proceso de restructuración de orden político.

Además debemos asegurarnos que dichos aportes no pasen por alto la obligación de nosotros como sujeto colectivo histórico obligado a proponer un modelo económico que ponga en la centralidad del pensamiento, al ser humano, sus necesidades y su felicidad, y lograr romper en un futuro no tan lejano, con el modelo hegemónico capitalista al cual sólo le interesa la acumulación del capital y que por tanto es incompatible con cualquier aspiración democrática objetiva.

¡Luchar, crear, poder popular!

Luis Castillo.

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