El eterno té servido a la mesa
Y con él el inicio de las esperanzas
El nuevo día en la frugal mesa anuncia
El recuerdo que nada cambia
Que la noche seguirá al día
Que el roció matinal día a día perlará las flores
Ese elíptico día
Nos trae junto con el té y el pan nuestro de siempre
La costumbre de amarnos y respetar nuestros deseos
Unidos en la crística hostia que a cada instante
saboreamos
En el llanto de los niños
O en el beso diario de despedida
Los años han pasado callados
Silenciosos y no nos hemos dado cuenta
Entusiasmados en amarnos en silencio
Ese amor callado que la madurez entrega
A los amores verdaderos
Allí estamos siempre juntos
Tu sencilla
Yo portando sueños
En mi alforja de poeta.
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