Hubo tiempo atrás un hombre frustrado en la vida, pensaba que ya había pasado por todo el dolor que esta le podía ofrecer, a sus veintidós años de edad no tenía familia, amigos, trabajo, fuerza, alegría o cualquier cosa que le provocara ganas de emprender, todo lo veía en blanco y negro y siempre con la cabeza baja para así no ver la miseria del mundo, en otras palabras este hombre a sus veintidós años no tenía amor ni el apoyo de nadie a su parecer, pensaba que la vida era solo esperar el día de su muerte pues ya no tenía propósito, se podría decir que desde que tenia memoria siempre fue así, pero todo eso cambiaría sin aviso alguno.

Aquel hombre salió una mañana de su oscuro hogar, caminaba sin rumbo por las calles sin mirar, nada le importaba ya.
Llegó a un lugar solitario y silencioso, era un parque que fue abandonado diez años atrás, se sentó en un tronco caído mientras solo podía escuchar su tristeza, de repente empezó a sentir una presencia cerca de él y se sorprendió, pues nadie iba jamás a aquel sombrío y lúgubre lugar, por unos instantes levantó su rostro y ese gesto bastó para ver quién estaba; una mujer tan bella que irradiaba luz en medio de la oscuridad del lugar. Por primera vez en años, se iluminó la cara y los ojos de aquel hombre sin vida en su rostro. El no podía apartar su mirada de ella aunque lo deseara, simplemente se levantó y se quedó quieto sin apartar sus ojos de ella, mientras aquella mujer solamente sonreía. Diez segundos más tarde ella comenzó a caminar en su dirección, el hombre solo miraba como esa mujer tan hermosa lo tomaba de la mano y lo inundaba de un sentimiento placentero que no conocía y eso lo hizo dar cuenta de que ella era especial, no era como otras mujeres. Estaba en lo cierto, pues ella había venido a traerle algo que nadie más le podría dar; a partir de ese momento, ella y él hombre convivían de una manera especial, pues ellos dos no cruzaban palabra, sólo algunas cosas por pequeños escritos poéticos y metáforas por parte de ella, pero eso bastó para que poco a poco el corazón de ese hombre fuera derretido y este a su vez descubriera el tan nombrado «amor», pero no era cualquier amor,no, este era especial, algo que pocos humanos han sentido, era necesario que el lo sintiera para lo que le esperaba a este hombre.

Pasaron tres años y ellos seguían juntos, nunca se hablaron ni dijeron sus nombres pero el hombre con tristeza en su corazón se había quedado atrás, en su lugar estaba un hombre que había aprendido amar de una forma especial, al lado de su misteriosa enamorada, y eso significaba que había llegado el momento.

Ella y él caminaban por las calles cogidos de la mano en dirección a la casa del hombre, como todos los días, pero esta vez la hermosa mujer cambió el rumbo acostumbrado, el hombre confundido solo se limitaba a seguirla e intentaba ver su rostro para entender que es lo que su enamorada pretendía, pero ella ocultaba por alguna razón su rostro en esos instantes, cuando llegaron a su destino, él por alguna razón sonrió miedo pues habían llegado al parque donde se conocieron, cosa que no habían hecho desde el dia que estos dos se conocieron, al sentir la confusión del hombre, la mujer por fin lo miró a los ojos.
El hombre al ver su rostro sintió tristeza y su miedo fue mayor, pues ella sonreía con sus ojos vidriosos, él no entendía lo que estaba ocurriendo pues por vez primera ella tenía lágrimas en sus ojos tan hermosos, pero también había una pisca de alegria, era un sentimiento confuso para él, de repente ella abrió su boca, algo que en todo su tiempo juntos nunca realizó, para sorpresa de él y dijo con su hermosa voz.
– «La hora llegó, ya conoces eso que mi Señor me ha ordenado enseñarte en este tiempo, sin embargo yo también he aprendido mucho y te estaré eternamente agradecida por eso, pero ahora podrás ser feliz como tanto has soñado»- dijo sin quitar su sonrisa y sus ojos nostálgicos.

-«Por favor, espera amor mío, dime ¿cuál es tu nombre? Y ¿quien es tu señor? no logro comprender de qué hombre me hablas»- dijo el hombre aún más asustado.

-«Mi nombre es Shekina, nombre dado por mi Señor, Dios todopoderoso que ahora aguarda en un lugar hermoso que tu mente humana jamás lograría imaginar, pero no temas, confía porque lo que va ocurrir es el sueño de Él en ti»-

La mujer posó sus dos manos justo en el corazón del hombre y todo se volvió oscuro para él, unos pocos minutos después abrió sus ojos y observó a su alrededor todo lo que pudo imaginar que era la palabra «felicidad», miraba con asombro todo cuando de repente siente que alguien detrás de él toca su hombro provocando que sintiera paz y amor y no el amor que esa mujer le transmitió y enseñó,no, era diferente, era tan especial, incomprensible para el humano, volteo lentamente y noto que era una luz tan bella, sus ojos no podrían dejar de admirarla, tragó saliva y justo en ese momento comprendió quién o que era.

-«Yo soy tu Señor, el que te protege y te da alegría y amor, del que aprendiste todo este tiempo tu y haz cumplido tu propósito en la tierra, ahora el reino de los cielos te espera bautizado con el nombre de Jeziel, porque te has reunido con tu Dios y has encontrado la felicidad, mensaje que llegara a oídos de toda nación y mostrará cómo de poderoso es el amor de tu Dios»- dijo Él con tono autoritario pero al mismo tiempo amoroso, se podía sentir la bondad y paz en el ambiente.

En ese momento todas las dudas para él se aclararon, aquel que se hace llamar «Dios» le contó que aquella mujer cuyo nombre original es desconocido, era muda cuando estaba viva, tenía a Dios en su corazón y que cuando ella llegó a Él, no hubo otra persona que no fuera ella para enviarla a tan importante misión. Este hombre conoció el amor de Él por medio de ella, pero no era amor terrenal, algo que va más allá de ese amor que como humanos podemos describir. Al morir ella, Dios la escogió pues su corazón era tan puro que era la indicada para llevar ese mensaje aun si no pronunciaba palabra alguna. Está historia demuestra el poder de el amor de humanos y el amor de Dios juntos, el como los planes de Dios son perfectos y traen sanidad, paz y felicidad. Aquella mujer a la que Dios bautizó como shekina trajo el cariño y amor de familia y amigos pero Dios le dió amor y vida eterna a Jeziel.

Creeme todo lo que te narro en este relato, pues quién mejor para contar esta locura que el mismo loco que la vivió, el loco que un día fue salvado y bautizado con el nombre santo de «Jeziel».

FIN

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