PESADILLA ASTRAL

PESADILLA ASTRAL

Karla Cai

14/05/2019

«¿Quién dice que los sueños y las pesadillas no son tan reales como el aquí y el ahora?»


-John Lennon


Desde la primera experiencia que tuve , he investigado lo mejor que he podido acerca del significado de los sueños y la única verdad con la que siempre me encuentro es con la de lo incierto que se vuelve éste asunto para todos. Ni siquiera Freud, ni Jung, e inclusive ni siquiera la misma ciencia, han podido resolver más allá de las teorías que se han planteado, el verdadero origen de los sueños. Yo por ejemplo, escribo algunos que se vuelven importantes o creo podrían tener un significado más profundo, lo poco que recuerdo al despertar. Sobre todo sí se trata de uno de estos sueños como el que a continuación relato, que podrían tener un significado místico o simplemente, muestran de maneras que no comprendo la profundidad de las sombras que se ocultan también dentro de mí.

– – – – – – – – – – – ***- – – – – – – – – – – ***- – – – – – – – – – – ***– – – – – – – – – – – ***– – – –De nuevo llega la madrugada que me sorprende con tu recuerdo para convertirse en el insomnio transformado en las ojeras que al despertar, se me pintan en los ojos. Otra vez no me doy cuenta de lo tarde que es y de las pocas horas que dormiré. Miro el reloj de mi celular que me marca de nuevo poco más de la 1:00 de la mañana, así que me dispongo a apagar las luces de la casa y por último, la de la lámpara en la mesita de noche junto a mi cama.

Quedo en tinieblas, pero no tengo temor. Lo único que deseo es dormir las escasas tres horas y media que me quedan antes de levantarme para irme a trabajar. Mi cuerpo se cubre con la sábana rosa que tanto me gusta por que es fresca, y me hace sentir mucho más cómoda en esta temporada de calor; después de poner de fondo la play list de música instrumental para al menos intentar conciliar el sueño de manera inmediata, me dispongo rezar las oraciones que a veces, procuro no olvidar decir, pero pronto el sueño me vence y mis ojos se cierran; y yo, entre sueños estoy con él. Lo miro y me mira e intentamos estar cada vez más cerca, nuestros labios se rosan y el deseo de besarnos nos enciende la piel. Nuestros brazos se encuentran, cuando de pronto, creo abrir mis ojos y estar despierta de nuevo. Miro mi habitación tal cual estaba minutos antes empezar a soñar lo que ahora ya no veo, ni tampoco siento. Puedo ver la mitad de mi cuerpo cubierto con la sábana rosada y frente a mí, las pinturas surrealistas hechas al óleo que apenas años atrás, mi tío pintó para después colgar en mi habitación al no poder vender ninguna.

Me extrañó la sensación de estar abrazando algo que no se sentía como la almohada que siempre tengo que abrazar para no sentirme sola. Intenté girarme para ver de qué se trataba, pero no lograba ver con claridad que era; pronto mis manos reaccionaron y quise safarlas de aquello que sujetaba con el brazo derecho y que no era mi almohada, la respiración me costaba un poco más y un aire de miedo empezaba por asfixiarme. Sentí que alguien se postraba junto a mí, del lado izquierdo de la cama, tan cerca del espejo completo del ropero que llega del piso hasta el techo, y percibí su forma en una energía muy negativa que me intentaba consumir y que salía del enorme espejo. Hasta ese momento, no estaba segura de soñar o de estar aquí, en el presente. De pronto sentí algo más raro recostado junto a mí, y de lo que dudaba que fuese mi almohada, terminó siendo una horrible cabeza de una joven ya helada y de cabellos muy feos, junto a mí. Lo que más me espantó antes de verle el rostro, fue el tacto que tuve que ejercer sobre ella, para saber de qué cosa se trataba. La cabeza, se parecía mucho a una muy extraña y pequeña que parecía estar disecada, y que hace ya varios años, habían dejado unos tíos en casa de mi abuela, poco antes de mudarse de ahí. Los ojos estaban igual y los cabellos también, excepto la piel. La piel estaba lisa y blanca, no como la que mis tíos habían dejado con la abuela. La cabeza tenía una sonrisa malévola y una mirada perturbadora muy ausente. Me dio la sensación de que la forma de energía junto a mí, de lado izquierdo que nunca pude ver, se divertía y se alimentaba con mi miedo. Quise arrojar la cabeza y las tres veces, estas regresó junto a mí, después del tercer intentó que hice por deshacerme de ella, la cabeza se volvió en una pequeña muñeca de trapo, con vestido de tono muy beige de tan viejo, unas trenzas color de cobre y un rostro que no recuerdo, pero que me dio bastante miedo; mientras que la forma sin figura de energía que nunca pude ver, sólo sentir, se intensificaba con mi temor.

Entonces fui consciente de que no era real, por más que lo estuviera viendo todo como sí de verdad hubiera despertado, en realidad, seguía durmiendo. Nada de eso podría pasar en la realidad, ¿O sí?, entonces recordé las otras veces que ya me ha- bía pasado algo similar, y de cómo la oración me había hecho vencer el temor que me impedía en esos momentos despertar de verdad. Mi voz tomó su fuerza y mi oración podía escuchar hablar, mientras miraba el otro espejo, el del tocador.

Me fue difícil los primeros segundos o minutos (no sé lo que hayan sido), tomar verdadera conciencia, pero luché contra el miedo que en forma de energía extraña me intentaba consumir, con lo único que siempre me ha resultado cuando las pesadillas se vuelven astrales, la oración. Esa que logra despertarme y hacerme reconocer que ningún mal es tan real, como la fuerza que nos da la fe de ser salvada por María, y por el Dios en el que creo.

Al despertar de verdad, seguía sintiendo en la habitación los residuos de aquella energía sin forma que dio vida a lo extra normal dentro de mi sueño, aún tenía miedo, pero seguí orando y me abracé al regalo de la abuela. A esa pequeña figura de la virgen María que me regaló para que me salvara cuando los médicos decían que no había esperanza; entonces… ¡Al fin pude volver a dormir con tranquilidad!

Algunos sueños no pueden ser explicados, mucho menos cuando despiertas dentro de ellos para después, descubrir que nada ha sido real, y en verdad, también puedes despertar dentro de ellos.

Karla Cai.

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