Aquella noche alguien gritaba con tanta fuerza y desesperación su nombre que, de un atisbo y exaltada de su cama se quiso levantar. Su corazón latía con tanta intensidad que de pronto temió que ya no fuese a funcionar, entonces… se dio cuenta de que estaba bañada en un sudor muy frío que pronto le provocó calosfrío. Así que sólo lo supo, justo en ése ligero instante en el que la ventana de su habitación se abrió de golpe a causa de un violento viento que terminó por congelar sus huesos hasta robarle el aliento, entendió que había llegado su fin. Se quedó sin movimiento, petrificada, y con la voz del miedo susurrándole al oído las palabras que no le dieron fuerzas para seguir recostada sobre la cabecera de roble fino que adornaba su cama.
Pronto el frío le abrió los ojos de forma semejante a los de un búho, y sus pupilas dilatadas, perdidas en el cielo y con la vista bien clavada en la cortina blanca que no dejaba de sacudirse fuertemente; esperando lo peor, cuando al fin lo vio venir hacia ella; transformado entonces en una tenue luz que conforme se acercaba, más grande e intensa se volvía.
Sus ojos se cegaron por el resplandor tan fuerte que invadió su habitación, gritó lo más fuerte que pudo, incluso llamó a su madre, o al menos… eso era lo último de lo que ella era consciente. De pronto… Ya estaba recostada sobre hojas otoñales en medio de un bosque que además, desconocía. Se quedó mirando por sobre la copa de los árboles, se sentía bien, le traían la paz que desde hace tiempo ya necesitaba, pero… ¿ En dónde rayos estaba? y… ¿Cómo es que había llegado hasta ahí? Todo era tan confuso, tan extraño que, de nuevo, la odiosa sensación de miedo la abrazó. Se levantó del piso, y se percató de que ya no llevaba puesta su pijama de estrellas que la abuela le había regalado un mes antes de morir. Ahora llevaba puesto un sencillo, pero bonito vestido de estampas floreadas y sus pies estaban descalzos, pero adornados por una pulsera de cuarzos color de jade en la parte del tobillo. Se detuvo a mirarlos, y apenas un segundo se detuvo a contemplarlos y a tocarlos bien ligeramente con la yema suave de sus dedos, escuchó…
-Son bellos ¿no es así?-, La voz masculina proveniente de ninguna parte, la hizo girarse alrededor con la intención de descubrir de quién se trataba, quizá ya no estaría más sola, y tal vez, la voz misteriosa la a acompañaría para siempre, total que nunca se había ido desde que la llamó en el verano más triste de su vida. Pero…. ]¡No!, ¿Cómo?, sí no había nadie más ahí…
Sus bellos se erizaron y comenzó a sentir el miedo una vez más.
¡¿Qué rayos pasaba?!, ¿Por qué no entendía nada?, hace unas horas estaba dormida y ahora… ahora simplemente no comprendía sí se trataba de una pesadilla, o el sueño la calmaría sí transcurría.
Hojas escuchó crujir, marcadas por los pasos que se acercaban, volteó inmediatamente y los pasos se desvanecieron con el viento que soplaba acariciando extrañamente su cabello. -¿A qué le temes?-, escuchó decir. De nuevo aquella voz varonil preguntaba a la chica
. -¿Quién eres?- repuso ella de inmediato.
-¿De verdad no lo sabes?, respondió la voz.
-Si lo supiera, lo aseguro qué… no estaría preguntando.
La voz río burlona, y dijo al fin quitándole los miedos juguetón…
-¡Encuéntrame primero!
-En efecto-, pensó. Ésta vez, ya no hay más retorno.
Karla Cai
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