Hubo un día en que el mundo se volvió completamente loco. Los suicidios colectivos estaban de moda. Había un tipo que inicio esta debacle. Al principio del todo era un don nadie, pero se hizo famoso y obtuvo millones de seguidores gracias a contar su experiencia espiritual. Estuvo al borde de la muerte debido a un accidente de tráfico. Lo que vivió en ese momento fue una inmensa paz interior. Todo a su alrededor era distinto a lo que conocía. Era como si el cielo azul infinito que conocemos hubiera bajado a la tierra. Allí había multitud de personas junto a él. Muchos de ellos le comentaron que hicieras lo que hicieras en la Tierra, tendrías el mismo final. La mayoría habían cometido fechorías innombrables y sin embargo allí estaban. En otras palabras, que el cielo y el infierno era una invención del hombre. La vida como la conocemos era el infierno real y no lo que te esperaba después de esta, que era todo lo contrario.
Este personaje (que lo llamaremos Escorpión) fue resucitado en el último momento de camino al hospital. Cuando despertó, no sabía muy bien aquello que había vivido en esos escasos dos minutos. Le pareció toda una vida al otro lado. Recuperado completamente, se propuso que aquella vivencia no podría quedar olvidada y empezó a colgar videos en internet hablando de ello.
Esos videos se volvieron virales en poco tiempo. Mucha gente en esos tiempos no creía en los gobiernos, ni en la religión y ni siquiera en el núcleo familiar. Eran carne de cañón para encantadores como Escorpión. La sociedad había perdido la fe en todo y se acerraban a un clavo ardiendo: Ese clavo era Escorpión.
Este invitaba a todo el que quisiera dejar de sufrir en su vida, suicidarse. Ya fueran los vagabundos, el proletariado, los misioneros, los niños, los ricos… éramos todos iguales ante la muerte y recibiríamos el mismo premio, hiciéramos lo que hiciéramos.
Pronto la policía empezó a recibir llamadas por todas las ciudades de mundo, de empezar a encontrarse gente tirada sin vida en cualquier rincón.
La situación para los gobiernos del mundo era alarmante. La población mundial en tan solo un mes se había reducido en un 0,5%. Esos eran muchos millones de muertos. Más que en cualquier guerra. Lo que pasa que esa guerra ahora se libraba contra un solo individuo. Encontrar al tal Escorpión y aniquilarlo.
Los cuerpos de elite de los diferentes gobiernos unieron fuerzas para encontrarlo, pero dieron con un hueso bastante duro de roer. Parecía un fantasma. Ocupaba una vez al día todas las frecuencias de radio, canales de televisión y páginas de internet, vendiendo su propaganda barata de una vida mejor al otro lado.
Los padres encerraban a sus hijos en casa. Y los que no estaban encerrarlos, tenían toque de queda y constantemente monitorizando su ubicación para saber dónde estaban.
Llego hasta tal punto que la opinión pública empezaba a tener serias dudas razonables de que es lo que estaba bien y que mal. Empezaban a tener en buena cuenta todo ese bombardeo diario, que les invitaba a quitarse la vida para dejar de sufrir.
Jamás en la historia de la humanidad se había llegado a los límites sobre dudar si nuestra existencia, era en realidad un castigo más que un regalo.
Aún imponiendo graves sanciones a la gente que siguiera los pasos del Escorpión, era lo que menos les importaba en ese momento.
Había grandes y multitudinarias reuniones clandestinas de seguidores de Escorpión, donde se llevaban a cabo suicidios colectivos.
El virus que había inyectado Escorpión en la sociedad se había llevado más gente que cualquier otro virus conocido, que cualquier otra guerra, plaga o genocidio.
Había una última esperanza para la supervivencia de la humanidad. El mismísimo santo padre (el papa) tuvo que bajar a los sótanos del vaticano en busca de una cajita que indicaba que hacer en ese caso extremo.
Esa caja estaba sellada y bloqueada por una cerradura. Fue encontrada en una de las pirámides ocultas bajo el desierto de Egipto. En la sala donde se encontraba esta, en unas de las paredes había grabada una escena datada de una época anterior a los dinosaurios. De la cual se dedujo, que la caja sería abierta solo en el caso de que el hombre ayudase al mal a reclutar soldados para la batalla final.
En el seno del vaticano se creía firmemente que aquel que se hace llamar Escorpión fue engañado por las fuerzas demoniacas, para hacer creer a sus semejantes que, suicidándose, encontrarían el paraíso sin tener que esforzarse o sacrificarse en sus vidas. Como el mal no podía influir directamente en el juego de ajedrez llamado “vida” tenía que hacerlo a través de uno de los que la habitan. Prometiéndole un gran regalo al final de su misión, a cambio este debería de seducir y reclutar cuantas más almas pudiese, antes de ese desenlace.
Engañado o no por el mal, estaba haciendo un gran trabajo. Si seguía así, en unos pocos años habría acabado con más del 60% de la población mundial.
Aquel cofre no se abriría solo y necesitaba una llave que no se encontró en la habitación de la pirámide.
En la sala solo se encontraron el cofre y unos pergaminos en una especie de biblioteca de aquella época. No eran lo típicos pergaminos andrajosos y viejos que estamos acostumbrados a ver. El papel del que estaban hechos estos era un tanto especial. Un papel que ni siquiera tenemos a día de hoy. En un idioma desconocido incluso para los mejores y reconocidos egiptólogos. Se pensaba que aquellos estaban escritos en el idioma ancestral de nuestros antiguos padres. Puede que en esos pergaminos estuviera el secreto de aquel cofre, pero no había nadie que supiera traducirlos.
Las pirámides ocultas bajo las otras pirámides sobre la superficie eran un secreto a voces entre los que se dedicaban al mundo de la egiptología. Se descubrieron durante una operación secreta del ejército americano, para desbancar a un tirano que gobernaba Egipto bajo su despiadado poder.
Aquellas nuevas pirámides emitían calor de una forma nunca vista antes en otras construcciones antiguas. Gracias a un análisis termográfico, se llegó a la conclusión que la forma de aquellas era la misma que podríamos encontrar en Suramérica o en otras muchas partes del mundo. Daba la sensación como que hubiera algún tipo de conexión desconocida entre todas ellas.
De todo lo que se encontró allí abajo, los objetos con simbología religiosa serían enviados al vaticano y los otros tantos objetos quedarían en posesión del ejército americano. Esos otros tantos objetos eran todos tecnológicos: planos de objetos voladores muy avanzados, planos de satélites sofisticados, herramientas nunca vistas antes y una especie de radio de alta frecuencia (que hasta el día de hoy no se ha sabido cómo se maneja).
Nada de nada de como abrir ese ansiado cofre. Solo alusiones de la utilidad que podría tener el interior de aquel.
El tiempo se echaba encima y las hordas suicidas de Escorpión se hacían cada vez más fuertes.
Se convoco a una reunión secreta a los mejores expertos exotéricos, egiptólogos, criptólogos, doctores en astronomía y física, pero ninguno daba con que o quien podría abrir ese cofre.
El grupo de expertos volvió a visionar todas las fotografías del interior de la pirámide oculta de Egipto, y más en detalle de la sala donde se encontró la cajita. El grabado del mural de la pared mostraba además el dibujo de una puerta, con el símbolo infinito en el centro. En uno de los lados de la puerta, los dibujos de un hombrecillo pequeño de color negro, invitando a otros muchos como él a entrar. En el otro extremo, otro hombre más alto de color blanco, invitando a entrar del otro lado de la puerta a otros cientos similares a él. El símbolo del infinito estaba también dibujado en un lateral de la caja. Los expertos quisieron ver más en detalle, algo que se vislumbraba en el interior del anillo retorcido, que formaba aquel símbolo infinito, grabado igualmente en el mural de la pared y en la caja.
Con un programa fotográfico de ampliación, aquello que no se distinguía a simple vista, fue finalmente analizado por los expertos, y estos no salieron de su asombro. Una figura daba la mano a otra figura de mucho menor tamaño, y en el centro de ambos un cuadrado pequeño que podría simbolizar la famosa caja.
Todos se quedaron estupefactos de que podría significar aquello. Nadie lo sabía, pero todos intuían que aquello era la clave para abrir el cofre.
Toda esa información que se recopilo se llevó a un bunker secreto, para que el grupo secreto pudiera sacar sus conclusiones. Nadie salía de ese bunker. Apenas comían, sabiendo que el tiempo que perdían en cosas que no eran descifrar aquel enigma, era tiempo en el cual las bajas humanas eran cada vez mayores. La única ventaja es que el sistema de climatización era de última generación, para que la estancia fuera lo más agradable posible.
Muchos de ellos apenas podían descansar por la noche. Solamente uno de ellos debido al agotamiento físico y psíquico, tuvo que descansar algo, si no quería desfallecer. Esa noche soñó algo que no espero a contarlo al día siguiente: Estaba junto a su padre ya fallecido, jugando en la playa, construyendo un castillo de arena. Él era pequeño y se acordaba de como su padre le cogía la mano, para mostrarle el trabajo que habían hecho juntos. Despertándose en mitad de la noche – ¡Ya lo tengo! –
No espero ni un segundo para vestirse. Bajo inmediatamente a la sala de estudio a contarle a todos los colegas lo que le había pasado y lo que se le había ocurrido – ¿Y si el dibujo de esas dos figuras fuese un padre con su hijo tocando en ese mismo instante la caja? –
A nadie se le habría ocurrido tal cosa antes. Como nadie tenía una teoría mejor pues pusieron toda su atención. A uno se le ocurrió preguntar – ¿Y ahora qué hacemos? – Como nadie podía salir ni entrar del bunker, hicieron llamar a la sala al único padre e hijo (ambos militares) que se encontraban dentro de aquel enorme complejo. Pidieron a ambos que tocaran la caja al mismo tiempo y ¡Voila! esa se abrió.
Lo único que contenía esa caja era un trozo de piedra – ¿Pero qué clase de broma esa esta?¿Seguro que es esta la verdadera caja? – Todo empezaba desde cero de nuevo. Nada podrían hacer con esa simple piedra. El ánimo de muchos de ellos se vino abajo.
El teólogo dijo en voz alta – “La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular…”– Todos se miraron extrañados después de escuchar esas palabras. El teólogo prosiguió – Es una frase muy celebre que se repite en la biblia. Hemos subestimado esa simple piedra. Ahora sabemos en qué posición va. Está situada en la posición más importante de la edificación a la que pertenezca–
– ¿Y si…? – Se acordaron de que el símbolo infinito era compartido por la cajita y la puerta dibujada en aquella pared. Alguien sugirió – ¡No tiene sentido! El símbolo infinito, el padre y el hijo, la piedra angular. Estamos hablando de unas pirámides que fueron construidas mucho antes de que naciera Jesucristo. Los estudios de estas revelan que se construyeron incluso antes de la época de los dinosaurios. Las religiones fueron muy posteriores– el astrofísico saco alguna teoría más – Tienes razón, pero puede que los que construyeran dichos templos, vinieran como si dijéramos de un lugar tan lejano que considerasen aquello como el infinito. Lo digo por todos los demás objetos que se encontraron allí abajo. Además, esa energía que emanan esas pirámides. Es como si fueran motores que habría que accionarlos con una llave, y esa podría ser nuestra piedra en cuestión–
Todos estaban de acuerdo que en algún lugar de la pirámide subterránea debía de haber una puerta donde aquella piedra encajase en el lugar central. Pero una vez encajada la piedra ¿Qué pasaría?
Se trato todo aquello de una misión ultrasecreta. Todos los implicados se internaron en un viaje presumiblemente sin retorno, al interior donde estaban situabas esas pirámides ocultas. Ni siquiera el gobierno egipcio sabia de la existencia de estas. De saberlo, podría acabar todo en un buen problema diplomático.
Era muy rara toda aquella construcción bajo el suelo. A diferencia de las pirámides en la superficie, no tenía ningún grabado, salvo aquel mural en la pared que escenificaba la entrada por ambos lados de la famosa puerta, de todas aquellas figuras.
Tenían miedo todos los científicos que la puerta que buscaban no estuviera en aquellas excavaciones y se ubicase en otra lejos de allí.
La piedra era custodiada por los soldados que acompañaban en aquella expedición a los científicos. Esta piedra estaba metida en la misma caja que la acompaño durante milenios allí abajo.
Pasaron horas dando vueltas por las pirámides, pero no lograban ver ninguna majestuosa puerta, como suponían que estuviera por allí cerca – Creo que tengo una idea – exclamó el astrofísico – Todo este calor – saco un medidor de radiaciones magnéticas y ¡bingo! todo aquello que les rodeaba era un enorme campo magnético. Grito el astrofísico– ¡sacar fuera de su caja la piedra y veremos qué pasa! – el resto del equipo no sabía a qué se estaba refiriendo, pero al no tener nada mejor que hacer, le hicieron caso.
Uno de los soldados paso la caja al astrofísico para que lo hiciera el mismo. Nada más sacar la piedra, y dejarla en la palma de su mano, sintió una pequeña vibración que provenía de esta. Todos alrededor de él estaban viendo lo mismo. El grado de vibración iba aumentando y un color rojizo salía del interior de la piedra. En unos pocos segundos la piedra quemaba tanto que el astrofísico tuvo que soltarla y esta cayó al suelo de la pirámide. Nadie salía de su asombro y en ese momento no se acordaron de grabar todo aquello que estaba sucediendo. La piedra comenzó a ascender del suelo y a hacer giros en vaivén, haciéndose de un color cada vez más rojo fuego. Los que estaban próximos a ella, se apartaron por lo que podría pasar. Al ascender la piedra una altura equivalente a unos dos metros, dejo hacer movimientos contrapuestos y se quedó inmóvil. El color de esta era casi un rojo tirando a incandescente. En unos pocos segundos, pasó de estar suspendida en el suelo, a desaparecer en un visto y no visto – ¿Dónde ha ido? – preguntó uno de los soldados.
Todo parecía en calma, y todos estaban recobrando el aliento de lo sucedido. Pasaron unos minutos desde que vieron desaparecer aquella piedra voladora. Acto seguido, el calor allí dentro se hizo insoportable. Se dieron cuenta que las paredes de aquellas pirámides estaban obteniendo el mismo color que tenía la piedra antes de desaparecer – ¡Vámonos de aquí ya! – sugirió el responsable de la misión. Cogieron todos los enseres y equipos y se dirigieron a la entrada por la que habían accedido.
Todos salieron menos uno – ¿Dónde está el astrofísico? –se preguntaban todos los que salieron. Un par de soldados pretendían volver a bajar por él, pero una luz cegadora proveniente del interior se lo impidió – ¿Qué demonios ha pasado? – Lo poco que pudieron ver en aquella oscura noche egipcia es que aquella luz cegadora salió del agujero de entrada y se dispersó como una onda expansiva por todos lados, alejándose de ellos a gran velocidad. Tras perder de vista la onda expansiva, vieron como alguien salía de la entrada a la pirámide subterránea – ¿Dónde te habías metido? ¿Has visto lo que nosotros? ¿Te encuentras bien? – El astrofísico con cara de absoluta felicidad contesto – ¿Dónde estamos? Jamás había experimentado nada igual. Aquella luz me paso por delante y sentí cosas que jamás hubiera pensado. Sentí una protección absoluta. Era como estar en el vientre de mi madre. Algo me decía internamente, que no tenía que temer nada y que todo iría bien– El resto no supieron que decir y finalmente todos volvieron a casa.
Se hicieron eco de la noticia todos los telediarios del mundo. La onda expansiva de luz la habían visto desde todo el continente africano y había dado toda la vuelta al mundo. No quedo ningún país o pueblo remoto, que no se hubiera topado con esa luz. Todo el mundo tuvo la misma sensación que el astrofísico comento a sus compañeros.
Sin nadie aún explicárselo, las muertes por suicidios descendieron hasta dejar el número en un 0,7%. Se había cortado el poder de convicción de Escorpión, pero nunca dieron con él.
Nadie sabía si aquel haz de luz que recorrió el planeta y se perdió en el espacio más tarde, fue el causante y precursor del cambio en la mentalidad humana. Pasar de tener ideas suicidas a tener ideas constructivas. Hablar de hermandad, confraternidad y del aprecio de la vida en todos los sentidos.
El equipo especial del vaticano, y las agencias secretas que llevaron a cabo aquella misión, dieron por satisfecho el resultado obtenido en aquellas pirámides ocultas.
Lo que nunca se contó, siendo realmente un secreto sin desclasificar, y con la creencia algún día que será compartido con el mundo, era que después del perderse el haz de luz en el espacio, se recibió un mensaje al equipo de radio de alta frecuencia, en posesión del ejército americano, y encontrado bajo las pirámides subterráneas muchos años antes.
Aquel mensaje era parecido al que las misiones sin tripulación llevaban consigo para la conquista espacial. Una de estas misiones llevaba consigo siempre una plaquita con un fragmento de música clásica, una descripción de nuestro planeta, la descripción del hombre y la mujer, y una representación de nuestra cadena de ADN.
El mensaje que recibió el equipo (que hasta ahora siempre estuvo apagado) daba datos exactos del lugar de procedencia, sus habitantes, representación de su cadena de ADN y una frase que ahora sí que tenía una traducción posible – Ha llegado el tiempo de volver a vosotros–
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