Círculo roto

Ese instante en el que la última fibra de unión entre ambos se desprendió, rompiendo y desgarrando. Porque nada estaba tan adherido a mí como ese último hilo que parece haber tirado con mas fuerza, dejando un dolor mas intenso que cualquier otra hebra.

Ese instante que pudo ser igual un segundo o una hora, no lo sé. Pasó, llegó como el inevitable punto final de un libro entero de sin sabores, decepciones, sin sentidos, llanto, promesas, arrepentimientos y más promesas. Las páginas bonitas se habían perdido entre tantos capítulos absurdos.

Un tsunami de miedo me golpeó de pronto, sentí que el corazón se me aceleraba, sudé, tuve que hacer un esfuerzo grande para contener las lágrimas que parecían venir en cascada. Creí que sería fácil, que solo era la culminación necesaria, «sana», lo que por obvio tenía que pasar. Entonces ¿Por qué me sentía así?.

Soy muy débil pensé, escuchaba los murmullos de mi propio juez diciendo lo pendejo e incoherente que era: sabías que esa relación tenía su final escrito y ¿aun así parece que te estas rompiendo?. Sabías hace rato que ya no hay de donde recuperar nada y comenzaste a soñar con una vida distinta sin la amargura y la decepción que tenías estando allí. ¿Y aun así te rompes?.

Millones de pensamientos en milésimas de segundo que por alguna razón llevaron a un apretón de manos final, al que por inercia correspondí. Sentí que mi rostro decía todo lo que yo sentía y en el suyo solo veía una sonrisa que interpreté como mucha serenidad, quizá demasiada para el momento.

Escuche un comentario en broma de su parte, que apenas si alcancé a entender y al mismo tiempo buscaba una pista que me dejara ver en él una fracción de lo que yo sentía. Mire su rostro buscando dolor, urge sus ojos buscando una lágrima que me dijera que lo estaba sintiendo al menos un poco. ¿Acaso significó tan poco que no le dolía?.. Igual no lo sé.

El apretón de manos terminó y por alguna razón yo comencé a caminar primero, pasos mas adelante volteé, con la egoísta búsqueda de ese dolor que yo sentía pero no, no encontré nada, tan solo esa invariable serenidad que percibía.

Volví la vista a mi camino y continué…

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