Café para alcohólicos

Café para alcohólicos

Roberto Gárces

06/04/2019

El café es la heroína de los madrugadores alcohólicos sin dinero ni esperanzas, aquellas almas ciegas que van vagando en la oscuridad con un solo fósforo.

Lo digo porque yo solía beber bastante seguido, casi todos los días en todas las horas. Era una forma costosa de vivir muy costosa pero al menos me mantenía ocupado de todos esos malos pensamientos que volaban en mi cabeza todo el tiempo.

El alcohol me daba un suave abrazo y con su cobijo yo me sentía relajado, me sentía libre y quizá falsamente felíz. Iba de aquí para allá, leía, escribía, cogía, me metía en peleas, quebrantaba la ley, tenía valor e incluso me iba mejor con las mujeres. Todo era muchísimo mejor en muchos aspectos mientras estaba intoxicado y con la cara etílicamente adormecida. Todos esos tropiezos y todas esas caídas en las frías aceras bajo la luz de la luna dejaban bonitos moretones en mi rostro y en todo mi cuerpo.

Despertarme a la mañana siguiente, después de un excelente blackout en las madrugadas era algo tan difícil si no tomaba mi heroína: el café. Esa mierda majestuosa si que revivía cadáveres. Salía de casa, estuviera como estuviera, ya sea en ropa interior, en pijama o desnudo y encendía un cigarro. El sabor era increíble, la cruda se convertíaa más fácil para sobrellevar. Cosa que el café hacía cada vez.

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