5 Tono y atmosfera «MUerte Dulce»

5 Tono y atmosfera «MUerte Dulce»

Mikaela

03/04/2019

Aquella noche hacía calor, olía a tormenta de verano. Pepa estaba cansada de las vueltas y revueltas entre el hospital, la oficina y la casa. El calor la aplastaba en la oficina. Tuvo que quedarse a recuperar todas las horas que había estado en el hospital cuidando de Eustaquia. Eustaquia solo la tenía a ella, y no hacía más que pedirle que le trajera litros y litros de horchata. A Pepa le repugnaba la horchata.

Eran las dos de la mañana y el teléfono sonó en la oficina. Llamaban del hospital para comunicarle a Pepa que Eustaquia estaba ya en las últimas y que no paraba de gritar su nombre. Pepa salió pitando de la oficina y se dirigió en taxi hacia el hospital. El taxista la miraba por el retrovisor con una mirada lasciva que a Pepa le hacia sentirse incomoda. Pepa llevaba una horchata en la mano. Pensó varias veces en tirarsela a la cara a aquel taxista repulsivo, pero frenó su instinto pensando que quizás era la última horchata que Eustaquia bebería en su vida. Llegaron al hospital y Pepa se bajo del taxi sin pagarle. El taxista salió del coche detrás de Pepa gritando y corriendo como un energúmeno, pero se tropezó con un escalón y calló de bruces contra el suelo. Pepa miró hacia atrás y al verlo en el suelo se le escapó una sonrisa. Sin más dilación empezó a correr hacia la habitación de Eustaquia. Tomó el ascensor y desde allí escuchaba los gritos de Eustaquia llamandola como una posesa. Pepa llegó a la tercera planta, salió del ascensor y siguió la carrera. Entró por la puerta de la habitación número doce y se retorció un tobillo. La horchata que llevaba en la mano salió volando y aterrizó en la cara de la señora Eustaquia. Eustaquia dejó de gritar. Pepa se levantó del suelo y se acercó a la cama donde se encontraba Eustaquia. Su rostro estaba lleno de horchata e iluminado de felicidad. Eustaquia había muerto rodeada de horchata y Pepa apenas se atrevía a respirar. La habitación estaba impregnada de olor a chufa.

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