El gran misterio va alado.

¿Es de bruma?, ¿está velado su cristal?,

¿o es un recuerdo estrujado que no sabe dónde ir?

Son astillas de una historia que ha caído del poniente.

Si no las unes con prisa,

se verteran al torrente las palabras que lo cuentan.

Anoche volvió:

» … La cortina trasparente, se ve un estanque vallado,

un castor ábrele un lado, lo vacía lentamente.

Y yo despierto asustado: ¡basta ya de encrucijadas!»

Otra vez, ahora sí:

» … Tú apartabas el tul claro que resguarda mi descanso.

Y me besas, como besan los amantes cuando queda un solo instante.

No quería despertar. ¡Que no acabe ese momento!»

Al final llega el Sueño, muy cansado.

Ya no está tan hogareño, » ¿y no estabas a mi lado?».

Me responde y se sonríe.

Y recuesta en mis almohadas mi cabeza entusiasmada.

Entran sus dedos plumados en mi mar de filamentos.

Juega con ir ordenando mis anillos gris y blanco.

Llega a mi oído su aliento, es muy frágil lo que siento.

Se ha dibujado en mi boca ese rictus del momento.

Quiero decir algo nuevo.

Siento tibieza en mi boca: «¿otro beso, será cierto».

Quiero verte, comprobarlo, y mis párpados cansados

se resisten asustados.

Gana el sueño nuevamente, son muy fuertes sus halagos.

Sin saber que me hace daño, va y me entrega entre tus brazos.

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