Hace poco sentí tu mano sobre mi espalda. ¿Qué como supe que era tuya? pues tenia esa calidez inconfundible  que ni el tiempo la puede borrar pero que los recuerdos la vuelven a llamar. 

Sentí tu caricia palpitante e inmediatamente imaginé tu sonrisa toda brillante. En ese instante recordé que me dijiste unas palabras que no las puede escuchar, pero sonaban tristes, tal vez sean porque fueron las ultimas que me dijiste. 

Al despertar ya no estabas tú, ya que me encontraba en un lugar oscuro y vacío, gire repentinamente mi vista para verte en un intento desesperado por tenerte, pero  quieta estabas tú llorando con tus manos entre las mías ya frías.  

Me azotaba violentamente contra lo que me arrastraba pero fue imposible desprenderme. te llamé desesperadamente para que escuchases  pero te quedaste ahí junto a mi cuerpo, en una cama de hospital guardando el ultimo recuerdo que tendrías de mí.

Ahora me da gusto tenerte aquí después de tanto tiempo,  haciéndome compañía y manteniendo la palabra de un amor eterno. 

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