El imbécil.
Hace unas semanas me encontraba sentado en el autobús que va hacia mi casa, leía el libro “Tierra De Hombres” de Antoine de Saint Exupery. Un aviador, primera guerra mundial y filosofía, nada fuera de lo normal; sin embargo, este genio quien me despertó con la obra de “el principito” supo hacerlo de nuevo. En el capítulo llamado “El Oasis” habla sobre dos niñas inocentes que conoce en una casa por la cual pasa después de un largo viaje. Las niñas muestran su inocencia y mente fantasiosa a través del relato. El autor, quien parte de este lugar, no tiene conocimiento si algún día volverá a esa casa donde se hospedó por unos días. Para un aviador un día de relaciones sociales basta para hacer su vida, para hacer su oasis en el desierto de la vida. El autor termina su relato diciendo que las niñas juegan con serpientes y hojas, en mundos fantásticos. Sabe que cuando vuelva dos mujeres habrán matado a esas dos niñas que existían, porque conocieron a un personaje curioso: el imbécil.
El imbécil es un hombre que solo le gusta ir a los parques, que solo le interesan las finanzas, le interesa la vida seria y monótona, mata las fantasías de aquellas mujeres que fueron imaginativas y felices alguna vez. El relato es basado en el siglo XIX, por lo cual la mujer dependía de un hombre según la sociedad machista. Sin embargo, me hago la pregunta: ¿existe el imbécil aún? Pues sí, aún existe ese imbécil. Hoy no es un mito, sé que se esconde en siluetas y caras variadas. Con rostros alegres y una personalidad falsa regalan ilusiones, una vida de indiferencia. Luego el imbécil desaparece. Entre mil colores escogen un color, entre tanta variedad solo piensan en un deporte comercial. El imbécil aparece. Indeciso es él, quiere tenerla, pero también tiene amor para todas las flores, quiere amar, pero se siente un poco presionado. El imbécil desaparece. Entre fantasmas se muestra este curioso personaje, con pelo largo, con pelo corto y una apariencia peculiar, aparece con lágrimas y ganas de controlar. No tiene sueños, solo quiere un limbo caminar, el imbécil. Roba alegría y nuevas oportunidades, es perdonado mil veces. El imbécil acecha, el imbécil aparece y reaparece.
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