Buscaba algún brillo cada vez que miraba el cielo, me volví adicto a navegar por sus nubes durante el día; sin embargo cada que el sol daba su ultimo rayo de luz a lo largo del horizonte las nubes desaparecían.

Llegaba la opacidad de la noche y ahí estaba yo, esperando durante horas el amanecer sentado en mi banca habitual. Confieso que alguna vez perdí la noción del tiempo y el tiempo se perdió en mi, me adentraba en lo mas profundo de cada realidad pero ni aun así lograba surgir.

Recordé que aun conservaba aquellos lentes que utilicé la primera vez que contemplé el cielo y al pasar los segundos el humo del cigarro se dispersaba con la ayuda del viento, formando aquellas nubes en las que viajaba, subí en una de ellas; sabía que me ayudarían a buscar lo que tanto anhelaba… El cielo.

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