Dos párrafos y una tragedia

Dos párrafos y una tragedia

Marahya Rivero

13/03/2019

Lo había entendido, en verdad había entendido por qué esto no era más de lo que desearíamos. Tú estabas en frente y yo estaba allí, justo donde abandonamos lo que una promesa o un accidente olvidó, restos de miles de años de evolución. Si bien mi estrella se apagó y la tuya ya no centellaba, persistíamos en un instante que podría haber durado lo que queramos, y no queríamos, ¿verdad? Porque llevaba aguardando más tiempo de los números que sabía y podía contar, porque te arrepentiste cuando me retrasé por una vida, porque era muy probable que te hubiese soñado y nada realmente hubiese sucedido.

¿Creías que no recordaría tu forma? Sí, aún no te conocía, sin embargo, tu molde era lo único nítido que realmente había en mí de ti, era como podría hallarte; un hombre, una mujer, ¿importaba? Solo estaba consciente de que si te veía, aunque sea un par de segundos, te distinguiría; y sin dudas ni pudor, correría y abrazaría tus huesos, mordisquearía tus miedos, te tomaría y el universo colapsaría sin un futuro. Pues, en nuestros planes no existiría ni cabía un juntos, solo dos individuos que coincidirían en un mismo espacio y a la hora del café; algo como dos eternos extraños extraviados con el propósito de reconocerse una vez cada que las casualidades los topasen, cada que los veranos reiniciasen, cada que sus labios se besasen, cada que se imaginasen con otros amantes, cada que viviesen y se entregasen aun eso…eso los extinguiese.

¿Ya dije que no te amo? No, no te amo. Pero siempre desearé que te amen, en presente y en calidad, en cantidad y sin intermedios, en tu peculiaridad y banalidad.

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