Ya es septiembre, como siempre en Comodoro el sol comienza a calentar más fuerte, siento la necesidad de que me ayude a calentarme mis harapos, no dan mas
Siento en la garganta ese gusto horrible de la resaca del vino barato que me quedo para tomar, sé que no me queda mucho, ya no soy el mismo y ciento un peso enorme sobre mis espaldas
Pero debo llegar a la plaza San Martin, el sol da sobre el monumento y sé que la veré, flaca, alta pelirroja ya tiene 17 años parece mentira como creció, ella no sabe ni sabrá nunca que vengo cada día a verla salir del colegio, tan alegre risueña siempre hablando mucho.
Salen todos es un 21 de septiembre, mucha alegría, muchas risas y ella está ahí.
Logre divisarla entre los chicos es especial, tiene un pelo largo muy colorado, muy blanca y un par de pecas, viene caminando hacia mí no sabe quién soy
Estoy muy harapiento, con barba, sucio, dejado por la mano de dios y la mano mía
El alcohol me destruyo, pero ella no sabe que soy su padre, me mira con cara de pena como dos o tres veces hay conexión y sigue, la dejo ir mejor no digo nada.
Camino hasta la plaza soberanía, esta noche hará frio me recuesto debajo de un sillón, tengo cartones, bolsas y unas maderas de los cajones quedejo afuera el supermercado, sé que no pasare la noche, tengo paz la vi a mi niña pelirroja
(ese 22 de septiembre en el diario crónica salió una escueta noticia donde decía que había parecido muerto un pordiosero de la ciudad)
Oscar Alfredo Costanzo
19-03-2017
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