Aproveché su somnolencia para dibujarla con palabras.
Nunca fui un experto en el arte de la tinta y la pluma, posiblemente cualquier niñito limpio de estereotipos lo habría hecho mejor que yo, pero me mojé e hice lo que pude.
Todo el mundo sabe que las cosas no son sólo las cosas, también son los ojos con los que se ven las cosas y, a decir verdad, la modelo no era modelo, tampoco estaba falta de fallos, pero le quedaban bien.
Yo bien se – y no es sólo de oída – que la perfección no existe entre los seres mundanos, pero si Cupido la hubiera visto como yo la vi, la segunda Saeta se la hubiera pegado a sí mismo, en la cabeza.
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