«Secreto entre las sábanas» capítulos 1-8

«Secreto entre las sábanas» capítulos 1-8

Mane Giovanni

18/02/2019

Capítulo 1

Sofía

Sofía desde muy chica, aprendió que el mundo te juzga por tu apariencia, después de vivir y crecer en un pequeño poblado de apenas 150 habitantes a 10 minutos de la otra pequeña y olvidada ciudad de San José Iturbide Guanajuato.

A los 11 años, veía cómo los hombres se obsesionan con las grandes artistas de la televisión, que siempre modelan en los programas de variedades en las mañanas y modelan con atuendos provocativos, los escotes y las faldas tan cortas, que dejaban lucir sus pechos y sus piernas para atraer las miradas de la audiencia, mientras que el presentador comúnmente se pavoneaba entre la belleza de sus compañeras, con comentarios tan tontos y carentes de interés, sólo interrumpidos de vez en cuando por un pequeña publicidad dentro del programa.

Su piel clara, y su rostro con facciones elegantes y finas, las había heredado de su madre y a sus vez de su abuela que pertenecía una familia italiana que había emigrado a México escapando de los estragos de la guerra en Europa y del dictador Mussolini que tenía oprimido a su país. su abuelo que también creció en Italia y también en un pequeño poblado, se acomodó perfectamente a su nuevo estilo de vida como granjero en México, especializándose en el cuidado de vacas y la producción de leche, y fue entonces que su familia creció con seis hijas que habían nacido en sus nuevo país. Su madre la penúltima de sus hermanas, a los 19 años se caso con el prometedor y apuesto abogado, que era el padre de Sofía, a lo cual le llegaron 4 varones antes de que naciera Sofia.

A los 13 años, ella noto como los niños con los que había crecido y jugado tantas veces, ahora dificilmente le dirigían la palabra, a la vez que sus amigas poco a poco se iban apartando también y solo las oía hablar en voz baja, con comentarios de envidia y recelo hacia ella, dejando así, solo a dos de sus amigas Carolina Y Anabel, que aún pasaban por ella para dirigirse a la escuela juntas y hacer la tarea, y posteriormente para compartir consejos de maquillaje ropa y peinado, fascinandose especialmente por el estilo que tenía la diva de Paris Hilton, quien siempre llamaba la atención de los medios de entretenimiento americanos y la belleza de la cantante Pop Britney Spears. por lo que desde entonces, había aprendido el valor de una dieta sana y ejercicio moderado, además de el siempre cumplir con sus labores escolares para ganarse también la preferencia de sus padres y maestros.

A los 15 años, ya con una cintura pequeña, senos prominentes y largas fuerte s piernas, uno de los chicos de su escuela se había animado al fin a pasarle un pequeño sobre, elogiando su belleza en un pequeño párrafo, pero que cinco minutos después fue directo al bote de basura de su escuela, pues tales recados eran poco interesantes para ella, pues no hacía falta elogiar algo de lo que ella ya estaba muy consciente, a los 18 años logró entrar a un pequeña universidad y trabajando al mismo tiempo, medio turno como secretaria en una de las ferreteria mas grandes de la ciudad, como siempre, ya se había ganado la atención de sus compañeros de trabajo y la envidia de las trabajadoras, quienes se referían a ella como la presumida, comentarios que ella ya había aprendido a ignorar, pero su atención, solo se había ubicado en Esteban el joven 22 años e hijo del dueño de la ferretería y con un prometedor futuro como médico que estudiaba en la universidad de más prestigio en Querétaro, una ciudad que ella había conocido gracias a que su padre de ella, siempre la llevaba a ella y su familia los fines de semana para visitar las plazas comerciales y el cine.

A las dos semanas en que ellos habían ya compartido un par de charlas después del trabajo, Esteban la invitó a salir a tomar un café y al cine en esa ciudad que tanto adoraba ella, la primera cita que ella había tenido en su vida, sin imaginar que fue justamente el mismo día más tarde esa noche, en la que ellos darían a parar en un hotel al que llegaron ellos en el auto del padre de Esteban, con un miedo enorme a ser vista, Sofía se cubría el rostro con el cabello y unos lentes oscuros, tratando de no ver fijamente a nadie mientras Esteban se bajaba del coche solo para dar el dinero del cuarto a la encargada del lugar, subiendose rápidamente al auto para introducirlo en el estacionamiento de la habitación, a lo que rápidamente, la encargada se encargó de cerrar la gruesa cortina que escondia por completo el transporte.

capítulo 2

La vecindad

La prometedora vida de lujos, autos modernos, casa elegante y viajes a Europa cada año, que Sofía esperaba a sus casi treinta años, tomó una pausa muy prolongada. Después de marcharse de su casa con su prometido Esteban, el mundo le había dado un duro golpe de realidad, pues la prometedora carrera de esteban como médico aún no había dado un gran vuelo, pues después de terminar la escuela se dan cuenta que el mundo profesional estaba saturado con profesionistas que malbaratan su oficio, y jefes avaros, para trabajar en consultorios poco pagados y que poca experiencia ofrece a los recién egresados con ansias de más conocimientos y experiencia para mejorar su currículum, y a su vez para hacerse de un puesto mejor remunerado en las instituciones del gobierno. Eran arrebatados por aquellos que ya contaban con un padrino dispuestos a ceder las ansiadas plazas a sus conocidos.

En un inicio Esteban y Sofía, llevaban un buen status de vida, como inquilinos en una de las casas del papá de esteban, una casa que gozaba con los lujos anhelados por una joven muchacha de un pequeño pueblo, pero las cosas no siempre irían tan bien, pues el negocio del padre habia de pasar por una mala racha, obligando a este a vender la casa en la que ellos habitaban, para poder salvar al negocio del que dependían aún Esteban y sus hermanos.

Después de platicar, ambos acordaron mudarse a la ciudad de Quéretaro, pero una vez más, ellos tendrían que pasar de cotizar varias casas, a departamentos, más sencillos y económicos cada vez, dando a llegar al unico lugar del que podian disfrutar con sus escasos ingresos, una vecindad, único lugar donde pudieron encontrar una renta accesible y a una distancia los más corta de sus respectivos trabajos.

Con la llegada de ellos dos, se ubicaron en uno de los mejores cuartos que contaba la casa habitación, teniendo que subir un piso con unas escaleras de caracol, justo encima de donde se encontraba el cuarto que usaba la casera, la señora Ofelia, una mujer de casi cincuenta años, con tres hijos y una hija, ella se encargaba de administrar el lugar gracias a que después de 35 años se había ganado la confianza del dueño Don Edgar como ellos se referían, su esposo que también trabajaba con Don Edgar era encargado de administrar una flota de camiones de volteo para una constructora.

Los hijos de la señora Ofelia, se ofrecieron en ayudar a la pareja para subir y acomodar sus pertenencias en el cuarto de arriba junto a Esteban. Mientras la señora Ofelia le mostraba el lugar, subiendo nuevamente unas escaleras hasta llegar al techo donde se encontraban una pila con agua y los lavaderos, y también unos cuantos mecates a lo largo del piso para tender las sábanas recién lavadas, donde todos los huéspedes aprovechaban para lavar y tender sus ropas.

Sofía recorre el techo haciendo a un lado las sábanas blancas ubicándose en la orilla y ver desde allí el resto de la calle. desde arriba se veía una tienda de abarrotes, varios autos que pasaban, y a un grupo de adolescentes acompañados por un par de chicas. Las playeras exageradamente largas y los pantalones extra grandes delataban su imagen de cholos, un par de chicos se percataron de la bella figura de Sofía, por lo que pasan a delatarla de la única forma que sabían, con chiflidos y piropos de su coloquial lenguaje, una de las chicas que los acompañaban al verla también, procede a insultarla molesta por la atención que rápidamente obtuvo de ellos, a esto Doña ofelia les grita: -callense pinches escuincles vagos, deberían ponerse a trabajar o en la escuela-. Increíblemente el grupo de jóvenes obedece y se retiran, excepto una de las chicas, la más joven de todos. Doña Ofelia le platica a Sofía – mire, esa es mi hija Rocío, de veras yo no sé que voy a hacer con ella, acaban de expulsarla de la escuela otra vez-, me gustaría que se juntara con mejores amigas y no esas putas que se la pasan pegados a esos mal vivientes que se drogan, y que se consiguiera un novio, no sé porque nunca la he visto con novio, sí llama la atención de varios muchachos, pero ojala no fueran de uno de esos vagos. Dios quiera no me vaya a llegar un dia de que esta empazonada de uno de esos marihuanos-.

capítulo 3

La vida perfecta

Sofía había de conformarse de sus grandes deseos de ser una gran abogada, dejando truncos sus estudios, para lograr una vacante como cajera en uno de los bancos de la ciudad, la oportunidad de vestir al fin ropa formal, habría de consolar un poco a Sofía, esos trajes que ella había comprado para cuando fuera una respetada y temida abogada en un gran bufete.

Su deseo de triunfo y éxito por hacerse de una carrera en el banco ocupaban su mente todo el tiempo, pero se veían frustrados todo el tiempo al ver como sus demás compañeros progresaban más rápido que la de ella, en especial cuando veía a Matilde una de sus compañeras que ocupaba uno de los pocos puestos de ejecutivo de cuenta que se les prometían a los jóvenes recién ingresados, para que estos dieran todo su esfuerzo en el trabajo y atrayeran a los comensales de la sucursal para convencerlos de abrir una cuenta con tarjeta de crédito, a aquellos que tenían un gran historial en el buro de credito.

Matilde y ella habían comenzado al mismo tiempo, y habían asistido al mismo entrenamiento del banco, había hecho una buena amistad por los paralelismos de sus vidas, ambas habían disfrutado de mucha atención en su etapa temprana, pero matilde había desarrollado una personalidad extrovertida, desde la secundaria, muy diferente a la sobreprotectora vida que llevaba Sofía, ella había contestado las cartas de los muchachos, había recibido las flores que le enviaban, y se había aventurado a todas las fiestas y escapadas que le habían propuesto en su adolescencia. Juntas hablaban del dia al dia de sus experiencias, al final de cada jornada, y de los continuas insinuaciones de sus compañeros, incluyendo las de su jefe, el gerente de la sucursal. Sofía recuerda especialmente aquel dia, en la víspera de navidad, cuando ellas aceptaron salir con el resto de sus compañeros a uno de los bares cercanos, y su jefe Martin les propone a ambas, tomarse un trago de champagne, una botella que él mismo había comprado en su último viaje a Francia, cuando la compañía lo invito a hacer para una de las presentaciones de su máximo jefe y fundador que por supuesto era francés, y había iniciado su propia fabricación de vino espumoso. Ambas lograron hacerse de una buena excusa que ya habían planeado anteriormente, de retirarse juntas por una necesidad familiar, pero su jefe seguía insistente, Matilde logra convencerlo de que la acompañe a la barra por un trago, y una vez que Matilde regresa al lado de Sofía, le dice:-no te preocupes, ya logre que nos libremos de él. Sofía le responde: -menos mal, pero ¿y cómo lograste?, -no te apures, tú déjamelo a mí, pero será mejor que ya nos vayamos-.

Ambas lograron hacerse rápidamente de un taxi, pero a pocos metros, Matilde le pide al chofer que se detenga, había olvidado su teléfono, – voy a recoger mi teléfono, si quieres puedes irte-, – no, yo te espero, es más te acompaño-, -no no, espérame aquí-. pasando diez minutos, Sofía recibe un mensaje en su teléfono, era Matilde que decía: «ya vete, no me esperes, me fui en otro taxi». el chofer a insistencia también, le pregunta si no iba a ningún lado tendría que bajarse, pues el tiempo seguía corriendo y con ello la tarifa. Sofía le pide al taxista que se vayan.

A la semana siguiente, Sofía no había sabido nada de su amiga Matilde, solo hasta que logró verla en el trabajo, pero cada vez que se acercaban para platicar, Matilde esquivaba a su amiga. tratando de mantenerse ocupada, un mes después, Sofia observa con sorpresa como se anuncia uno de los tan anhelados puestos de ejecutivos, y con eso Martín el gerente, elogiando a una de sus compañeras por su gran entusiasmo y persistencia, y que hoy iba a ser ascendida. y con un gran aplauso se anuncia a Matilde, felicitandola por su ascenso.

capítulo 4

El Hombre perfecto

Hacía ya un año y tres meses desde que Sofía y Esteban se habían mudado a la vecindad, pero ella no dejaba de pensar en todo lo que habia dejado atras con su familia, cada noche se despertaba pensando en cómo abandonar a Esteban y la vida que la había llevado a vivir en esa vecindad.

En las tardes cuando ella regresaba del trabajo, siempre llegaba antes que él, teniendo que pasar siempre el largo pasillo hasta su cuarto, pasando primero por el grupo de cholos que no hacia mas que mirarla de forma obscena, y cuando no estaban ellos, estaban Rocío, la hija de la casera con su grupo de amigas, mirándola también, teniendo que agachar siempre la mirada, una de ellas le grita -qué te crees mucho, mira- subiendose la blusa y mostrando sus pechos -yo tengo tambien-, aunque a esto Rocío, le ordena a su amiga diciéndole – ya tapate tus chingaderas- Rocío se había vuelto algo así como su protectora secreta.

Llegando al cuarto donde vivía, se disponía a preparar la comida antes de que Esteban llegara, y cada vez que el lo hacia, él notaba la mirada de disconforme de ella, sin una sola palabra. la relación se había vuelto fría, apenas diciendose lo indispensable.

Esteban tratando de hacer platica le pregunta -¿como te fue en el trabajo?- y ella contesta -¡normal! Matilde la acaban de ascender otra vez-. -Ah si, que bien, deberias de felicitarla-, -ya se acomulo mucha ropa, mejor la ire previniendo, porque luego se acomula la gente y hay que esperar mucho para hacerlos en el lavadero-.

capítulo 5

Mal dia en el trabajo

Un día más en el banco, haciendo corte de caja, Sofía se da cuenta que le faltan mil pesos, lo cual no entiende por qué, pues estaba segura de haber hecho bien las cuentas, Matilde molesta le pregunta una y otra vez si ya había terminado de hacer su corte, a lo que ella respondía en un momento acabo, desesperados todos por cerrar las puertas y retirarse, a esto su jefe de ambas Martin le sugiere, que se vayan sin problemas y él se quedaría a hacer el corte con Sofia. transcurridos un par de horas, Martin exclama, -ya tranquila Sofía, mira ya está, traspapelaste uno de los depósitos-, -¡ay en serio!, dios no me habia dado cuenta, gracias señor-, -el señor no tuvo nada que ver, fui yo quien te ayudo-,- si, cierto señor, muchas gracias-, – bueno pero ya es tarde, mira, vamonos en mi coche-, -si, se lo agradezco-.

ya una vez ambos en el automóvil, un auto recién comprado en la agencia, Sofía recordó con el olor de los asientos nuevos y la tapicería, la gran experiencia que pasaba ella junto a sus hermanos en el auto de su papá, cada vez que el llevaba a su familia a visitar las plazas y ver una película en el cine, la experiencia fue tan gratificante, que cuando Martín le propone detenerse un poco para ir a tomar un trago en el mismo bar al que había asistido tiempo atrás con Matilde, pero esta vez, estaban solamente ellos, dios pensó ella, se el brindó otra oportunidad, y pensó en sus futuros ascensos, pero de pronto, se arrepintió, que cuando el mesero se acercó con las bebidas, ella torpemente tiró los vasos sobre ella, impregnandose su uniforme con el olor a alcohol -¡chingada!- exclamó, no puede ser, es el único uniforme que tenía limpio, -oye- le dice- Martin, tranquila, vamos a mi casa y allí podrás lavarla y secarla, tengo lavadora, -¡No!- le responde, -disculpe don Martín pero mi esposo me esta esperando, sin pensarlos dos veces, Sofía toma su bolso, y se sale apresuradamente del lugar, teniendo que caminar varios kilómetros con zapatos de tacón, pues ya era muy tarde y no tenia pasaje para un taxi, y los camiones económicos ya había dejado de pasar a esa hora de la noche, que ya daban las 11:30 pm.

capítulo 6

Entre las sábanas

Casi tomándole una hora y media en llegar, abre la puerta principal de la vecindad, a lo que afortunadamente el resto de los inquilinos ya se habían dormido.Todos, menos una persona, Rocio, que se había dado cuenta de la entrada cautelosa de Sofía, se queda callada y observando cómo sus pies subían por la escalera de caracol de las habitaciones, alcanza a apreciar las piernas de Sofia con esos elegantes tacones y medias, que su falda, había dejado ver aún con la poca luz que había, y solo para ella.

Sofía entra a su cuarto, dándose cuenta que Esteban ya hacía dormido en la cama de la habitación, sin preocuparse mucho por ella que aún no había llegado. Sofia procede a desvestirse, pero recordando el incidente con el mesero que había derramado las bebidas impregnadas con un fuerte olor a alcohol en su ropa.

Sofia nuevamente sale de la habitación, llevando en su mano un puñado de jabon y dirigiendose hacia el techo, nuevamente subiendo las escaleras, y percatandose que nuevamente los vecinos habían dejado las sábanas tendidas en la cuerda, bendito sea, pues eso ocultaría su silueta para que los vecinos no se dieran cuenta, procediendo hacia los lavabos de cemento, Sofía se quita su saco y se quita la blusa blanca que tenia puesta, pues la que mas habia salido impregnada con el olor, tomando el jabón y una de los cepillos que un vecino había dejado por allí, comienza a tallar la prenda sin percatarse que una figura se ocultaba también entre esas sábanas que la ocultaban a ella también, dando un poco de reojo sobre el lugar y no ver a nadie sigue tallando su ropa hasta limpiarla bien y secarla, dando un último reojo sobre el lugar sin ver a nadie, coloca sus manos sobre su espalda para desabrocharse el brassier y quitándose un momento el saco, baja de los cordones del brassier dejándolo caer sobre sus brazos, deslizándose, dejando ver por un momento sus senos, sus senos expuestos y sus pezones al aire libre, que por el frío de la noche habían hecho que estos se se endurecieron tomando la clásica forma que conocemos y todo sin que ninguna prenda los oculte.

Rocio apreciando tan fugaz imagen, siente como su cuerpo aumenta su temperatura a pesar del frío de la noche, sin pensarlos más, deja introducir su propia mano derecha entre su ropa, haciendo aun lado la tela de su pantalón deslizándose entre su ropa interior, siente como su mano llega cada vez más a su entrepierna, tocando primero los bellos con sus dedos, hasta tocar los labios de su vagina, con uno de ellos los acaricia primero de arriba hacia abajo, sintiendo como su clítoris se llenaba de sangre y haciéndose más sensible al tocarlos, deja que uno de sus dedos, el de en medio se introduzca un poco cada vez, hasta que de su vagina segregaba un líquido para hacer mas facil la penetracion, una vez así, otro de sus dedos se introduce también rozando por supuesto la punta de su clítoris, mientras sus ojos miraban la imagen del pecho desnudo de Sofía aún sin percatarse de su presencia. Rocio deja salir un pequeño pujido que empieza desde su garganta y sale de su boca semi cerrada, tratando de contenerlo -¡uff!-.

capítulo 7

Las dos solas en el techo

Un ligero escalofrío recorre el cuello de Sofía, presintiendo que alguien la observaba, poco a poco gira su cuello para observar alrededor, solo pudiendo ver la oscuridad, y las sábanas tendidas, iluminadas por uno de los faroles de la calle, con voz temblorosa dice -¿hay alguien allí?-, pero nada sucede.

Tratando de seguir con su tarea, pero el miedo de haber sido descubierta no le permite, vuelve a observar, haciendo a un lado las sábanas que la escondían y volviendo a preguntar esta vez con una voz más firme -¿quien esta por alli?-, nuevamente nada sucede, y a punto de tomar sus cosas y marcharse, la figura de Rocío sale de la oscuridad y hacia la Luz.

Rocío -espera, por favor, no te enojes-. Sofía -¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ ESCONDIDA PINCHE ESCUINCLA?- dice sofía con una voz muy fuerte. Rocio muestra sus manos abiertas, tratando de calmarla, mientras su ropa delataba la acción que ella realizaba, su pantalón casi abierto dejando ver las tela de sus bragas que se asomaba sobre este. -no por favor- le imploraba. -Te voy a acusar con tu mamá que me estabas espiando-. -no mira no lo hagas, y si no lo haces yo no diré nada a nadie que llegaste muy tarde y a escondidas viniendo de una fiesta-. -a mí no me vas a chantajear pinche chola-. – no mira, es que tu no sabes como son aquí, los rumores y los chismes se difunden muy rápido, y si mi mamá se entera, podría exigir que se vayan de aquí, en serio-. -claro que no, no lo hará-. – no si, es capaz de hacerlo, pues asi le paso a la otra pareja que vivía antes de ustedes en este cuarto-.

Sofia medito sobre lo que Rocío le había dicho, dándose cuenta que no podía permitirse esta habitación que tanto había batallado por encontrar ella y Esteban. todo eso pensaba ella, y además del conflicto que le podía haber provocado si Esteban se enteraba, todo esto mientras trataba de tapar su pecho con su saco, -está bien, pero ya vete-, – no mira, si me haces un favor yo no le diré a nadie que estabas tratando de lavar a estas horas para que nadie se diera cuenta-,-¡Qué!- con una mirada de indignación, Sofia le dice -esta bien ¿que quieres?- Rocio trata de pensar en su opciones ante tan innegable favor que se había ganado, diciéndole su deseo:

-«quiero mamartela»

capítulo 8

Esa noche en los lavabos

Un pequeño escalofrio recorrio el cuerpo de Sofía, ante la idea de que una mujer le chupara con su boca su vagina, ella no había experimentado algo parecido, ni siquiera un recuerdo de haberse imagino un momento así, en su vida, pero ante la idea de las habladurías que harían en la vecindad, la idea era peor, de perder el poco estatus que aún le quedaba por venir de una sociedad privilegiada, y los futuros comentarios que tendría que escuchar de no ceder a tal chantaje.

Sofia pensó entonces, si cerraba los ojos, no pasaría nada, bastaría con imaginar que estaba con cualquier otro hombre, ya que ella no tendría que hacer nada, más que quitarse las bragas y la joven que tenía en frente tocará con su labios su entrepierna. En su cuello sentía como tragaba su último orgullo antes de decirle a Rocío -esta bien, pero despues me dejas en paz pinche chola-. El rostro de Rocío dejó ver una pequeña sonrisa de felicidad al escuchar que ella había aceptado dejarse tocar -si, no te apures-.

Sofía recogió su pelo con su mano y lo hizo hacia atrás, dio unos cuantos pasos hacia uno de los lavaderos para recargarse, mientras sus manos aún trataban de tapar sus senos con el saco que traía puesto, tomó una bocanada de aire, y le volvió a decir -esta bien ¿que quieres que haga?-, Rocio le dijo -subete la falda-, en ese momento con mano temblorosa, Sofia soltó su saco y con una de sus manos levantó la tela de su falta que llegaba casi hasta las rodillas, al levantarla poco a poco, Rocio pudo ver al fin la ropa interior de ella, una elegante tanga de encaje negro, que Sofía había comprado como sorpresa para Esteban en su primer aniversario, la ropa dejaba ver el pequeño bulto donde se encontraba su vagina y una delgada capa de tela que cubría sus nalgas y que se metía entre ellas ocultando la mitad de su redondo culo, sus piernas eran gruesas y sus muslos se tocan, solo dejando una pequeño orificio entre su entrepierna y la curvatura de sus muslos, dibujando la imagen de un triángulo, sus medias que ella había escogido especialmente en la tienda, haciendo una elegante imagen entre la oscuridad de ellas y lo claro de su piel.

Rocio acercó su rostro debajo de su cintura para apreciar primero aquella imagen, con uno de sus dedos roza la tela de su ropa interior, justo por encima de su vagina y adivinando la línea por donde desciende la unión de sus labios vaginales, después Rocio voltea la yema de sus dedos, para tocarla aun mas y siente con el roce de sus dedos como los labios se abren por sí mismos.

Después de frotar suavemente los dedos entre la entrepierna de Sofía, comienza a notar que su ropa se humedece, Sofia trata de ocultar el pequeño placer de tal acción, pero no pude evitar que su garganta deje soltar un leve glutido -¡ugh!-, las manos de Rocío se levantan para tomar los cordones de su tanga y siente cómo sus uñas la raspan un poco sobre su piel en la cadera, mientras jalan de los cordones hacia abajo, la ropa va bajando dejando ver el vello de ella, la imagen de un triángulo que había dibujado tras depilarse ella misma cada vez al bañarse y quitarse los pelos sobrantes con unas pinzas, un pequeña gota pareciera aferrarse a la tela, como si no quisiera que pasara tal acto, pero es inútil, Rocio ahora podía ver completamente la linea de su vagina, ella acerca su rostro con los ojos cerrados dejando salir de su boca su lengua y con la punta de ella alcanza a tocarla al fin, su lengua toca la parte superior de sus labios y separándose solo de ella solo para tocarla de nuevo esta vez empezando desde abajo recorriendo la línea de su labios con la húmeda punta de su lengua.

continuara…


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