El rey loco

se paseaba,

por los pasillos del castillo.

Exquisitos manjares,

aunque ficticios,

su paladar adormecido.

Manos negras,

llenas de grasa.

Adrenalina en la pista,

un puchito en la ventana.

Como una catarata

la hiel corría

por su garganta.

La soledad se expandía

Soledad, se alejaba.

siete años,

aunque fue toda

una vida.

Quizá recuerdes

aquella noche,

en la tina.

El peso hundió tu pecho

mas la fuerza de

La gravedad

te expulsó hacia afuera.

Ganándote

así la pulseada.

Y entre llantos y recuerdos,

dolores, penas,

lamento y angustia

tu clamor comenzó

a elevarse.

a desgarrarse comenzó

tu corazón,

como el agua que brota

desgarra la tierra.

Y el agua entró hasta tus

entrañas.

Extraña sensación

la que sentiste

la siguiente madrugada.

Tu Dios volvió a sonreírte

y tu sed,

a ser saciada.

El rey loco

se paseaba,

por los pasillos del castillo.

Exquisitos manjares,

aunque ahora es hijo.

Los ojos bien abiertos

buen gusto, buen vino.

A mi viejo

el mecánico, el esposo,

el Padre, el hijo,

el amigo,

el niño.

Qué lindo es verte sonreír,

empezar a conocerte.

Verte puesta la corona,

por los pasillos del castillo.

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