Si bien dijese que soy el único al que le ha pasado, sería un mentiroso desolado. Está historia se repite a diario, en todos los rincones de este mundo anonadado. Son párrafos que aunque un poco inusuales, pasan desapercibidos o simplemente encajan sin razón.Su base son las miradas inertes de aquellos que suben en este magnánimo juguete, esquivarlas o abrazarlas; dependen de su propia intensidad, y obviamente de su reciprocidad. Hoy encontré el amor de mi vida, en un asiento perecedero de un autobús, con dirección a lo desconocido. Dio sus primeros pasos, y levantó su mirada. Yo perdido en el horizonte, fije mis ojos sin ambicionar ese angelito que voló y tomó asiento, después de besar mis ojos con indescriptibles movimientos. Fueron segundos, los más bellos de mi vida por cierto. Su esencia se perdía en infinitos podios, pero su aroma predominaba después de cierto tiempo. Mi mente colapsada con tan maravillosa e ingeniosa señorita, pues ella sabía lo que hacía. Imagine viajes unánimes alrededor del mundo, y eso que solo fueron segundos, me dejo conocer lo que más nadie podría tener, su agraciada e incomprendida mímica. Ella jamás ignoro mis improvisadas actuaciones, un actor de primera que su magia lo cega. Su interés por este sumiso caballero lo dejo notar sin demora, así como mi mirada se confesaba por sí sola. Luego de estos momentos, algo mágico sucedió, sus labios se atrevieron a regalarme una sonrisa que sin dudarlo se juntó con la mía, y aunque ruborizado por la situación le dije, pero en mi mente: “Es un placer conocerte”, no sé cómo ocurrió, su respuesta fue notable, acepto mi confesión, con un guiño de ojo que me enloqueció. Sentí tanta emoción que, decidí acercarme.
El trayecto se hizo largo, tenía mucho miedo, después de bajar el primer escalón lo deje atrás sin dudarlo. Mientras me acercaba, su trayecto se hacía corto, y faltando tan solo seis asientos, ella anunció el detenimiento de este moderno carruaje en la siguiente vereda. Aceleré mi paso pero esto no basto, pues obstáculos imprevistos se cortejaron en mi camino. Permanecí inmóvil y corto de palabras, pues no complete mi morada. Y sin pensarlo dirigí mi mirada hacia la ventana; ¡Y que sorpresa! Ella se despidió con una hermosa mirada. Que en definitiva de a poco me tornaba insignificante en eso ojos infernales, que me sumían en un mar infinito que de a poco se tornaba un laberinto de fugaces susurros, que dejaban acaudalado este bello sentimiento que no broto desde el comienzo. Que tristeza quesolo haya sido eso, un hermoso momento que se acabó en meros y efímeros pensamientos, y tal vez aquí muere esta inaudita historia, en dónde me enamore fortuitamente de aquello que no merezco tener. Así que sin mucho afán, con la idea de seguir esperando a que comience un nuevo amanecer, pues me espera otra inquietante aventura en donde soy el único que imagina los sucesos que se generan a partir de un roce de miradas y sonrisas atesoradas. Mi rutina se basa en esto, encontrar el amor de mi vida, en simples asientos de compañía.
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