Confinada a cada pared de mi cuerpo,
me muevo seducida por un inquietante temblor
que me arrastra, hacia mis propios muros.
Entre ellos respiro el azufre,
bebo la miel que dejó ese golpe del destino,
o fue la gracia de la suerte quizás
la corriente que me trajo hasta aquí.
Quiero emerger
respirar de ese aire compartido
por momentos lo logro,
hasta que comienzo a hundirme en éstas aguas,
que no me matan,
pero me detienen en ése instante
en que la desesperanza y el cansancio hablan entre sí.
Y regreso a éste espacio.
Confinada a las paredes de mi propio ser,
ése que muere y vuelve a nacer
¿y que tal si las reencarnaciones
son en ésta única y sola vida?
que tremenda picardía,
Me río, muero, me doy a luz, nazco, lloro, vuelvo a reír,
entre mis propios muros.
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