La Teoría de Einstein es una maravillosa justificación de la multiplicidad armónica de todos los puntos de vista. Amplíese esta idea a lo moral y lo estético; y se tendrá una nueva manera de sentir la historia y la vida.
El individuo, para conquistar el máximum de verdad, no deberá, como durante centurias se ha predicado, suplantar su espontáneo punto de vista por otro ejemplar y normativo, que solía llamarse “visión de las cosas desde el punto de vista de la eternidad (sub specie aeternitatis)”
– Ortega y Gasset, El sentido histórico de Einstein (1923)
¿Acaso lo percibes, Sócrates, la insurrección que está próxima? Sabes muy bien a qué me refiero, al deterioro progresivo de los muros de tu creación.
¡Por fin hoy hemos despertado! ¡Una nueva revolución copernicana! La tierra: esa idea obsoleta llamada “objetividad”. El sol: cada Sujeto, soberano de su pensar.
Decías que existe una “verdad” y que es posible “acercarse” a ella por medio de la razón. Pero, ¿Quién está más cercano? ¿Tú, casualmente? ¡Hay que respetar todas las perspectivas! ¿Por qué la tuya es mejor que la nuestra?
Decías que el hombre tiene que pensar lógicamente y abandonar las creencias sin fundamentos. Dianoia, Noesis. ¡Patrañas! No hay ninguna distinción entre doxa y episteme. ¡Todo es doxa! Todo es creencia e ideología.
Por fin entendimos que no existe una única verdad sino diferentes e infinitos puntos de vista. Mejor aún, la verdad, si existe, ni siquiera nos importa. Lo único que interesa es lo que nosotros creamos, la mayoría. Bienvenido a la posverdad.
Nuestro veredicto se expone en el boletín oficial de las redes sociales. Si creemos A, el mundo será A. Si creemos B, el mundo será B. Ya no necesitamos pruebas ni evidencias. ¿La tierra es plana? Tal vez lo sea, o lo será más adelante porque no hay una realidad cierta. Hay múltiples. Será la que se instale, y será la que tenga que ser.
Nos hiciste pensar que la mente tiene que comprender al mundo tal y cómo ES. Hoy sabemos que es al revés, lo real es sólo lo que nuestra mente cree. Por eso no hace falta investigar nada, ni hace falta la ciencia.
Antes creíamos que un periodista debía indagar acerca de la verdad, y exponer estos hechos al público en general. Hoy por fin caemos en la cuenta de que en realidad todo discurso es ideológico. Todo el periodismo es militante y aboga por ciertas causas. Por ende, no es su función buscar una imposible “objetividad” sino tratar de que su punto de vista sea adoptado por aquellos a quienes informa.
¿La ciencia? Cincuenta estudios “científicos” te dicen que el café es malo para la salud, y otros cincuenta que es muy bueno. Falta poco para que podamos romper con esa funesta aristocracia y hablaremos también abiertamente de “ciencia militante”.
Es muy arduo eso de andar razonando, Sócrates. Dejemos que los medios nos digan que pensar y cómo vivir. ¡No vamos a andar construyendo nuestra propia filosofía de vida! El móvil tiene cosas interesantes para nosotros ya preseleccionadas.
¿Buscabas los universales? ¡Quimeras! ¿No dijo acaso Nietzsche que Dios ha muerto? Con él, todos los valores. ¿Qué es justicia entonces? ¿Acaso no oíste hablar del principio de indeterminación de Heisenberg? ¡Ahora lo aplicamos también a la epistemología! ¿No dijo Barthes que el autor ha muerto? Ahora sólo importa lo que interpretamos. ¿No declaró Derrida que nada hay fuera del texto? No hay verdad, sólo interpretaciones.
La “verdad” siempre es funcional al poder, y la filosofía, por tanto, es sólo un dispositivo para cuestionarlo, pero nunca para alcanzar certezas.
¿Dónde quedaron tus “universales”?
¿Filosofía? No la invoques, ya no existe. ¿Crees que la necesitamos? Las angustias se taparán con millones de datos absurdos. ¿Crees que estaremos sin norte al no distinguir lo bueno de lo malo? No hay problema, ya nos adoctrinarán.
Sócrates, tu juicio siempre se planteó como una gran tragedia. Un pueblo que había perdido a su mejor ciudadano por banalidades y egoísmos. Pero, a ver, ¿idolatrabas o no falsos ídolos? Si la mayoría creyó eso, entonces habrá estado bien tu condena. Al fin de cuentas, esa es la única verdad que perdura, la de los que ganan, porque todo, absolutamente todo, es un campo ideológico y político.
Publicado en El Lado Filosófico (https://elladofilosofico.wordpress.com)
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