De haberlo sabido, habría contado cada una de tus arrugas para saber cuántas fueron las veces que echaste a reír con tantas ganas hasta dejar huella para siempre.
De haberlo sabido, habría contado cada uno de tus lunares para ahora, poder jugar como una niña a unirlos con líneas y poder verte una vez más. Habría alargado dieciséis segundos más cada abrazo para que juntos formaran todos los que me quedaron por darte.
Pero, hubo una cosa que hice bien: no contar los minutos que faltaban para dejar de verte, porque eso me hizo pensar que eras infinito, y es lo que hoy, hace que lo seas.
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