Todo el mundo tiene sueños que quieren cumplir, la mayoría de ellos son difíciles, porque son grandes. Otros hasta imposibles, pero el mío hasta siendo tan simple, lo veo inalcanzable.
Y así nació Cupido, de la diosa Venus, es decir para los griegos, Afrodita, y de Marte, Ares. Escondido y amamantado por fieras, que eran piadosos con él. — Y así me hallo yo, rodeada de cafres, que tienen que fingir ser buenos conmigo. El profesor de historia había comenzado un nuevo tema, y ya que el contenido se puso interesante, al menos para mí, comencé a poner toda mi atención. — Cupido tenía flechas de oro y plomo,para que prosperase el amor o el desamor, pero también creó las llamadas “flechas del castigo”. — Después de que terminara de explicar varios puntos, comencé a hacer una película en mi cabeza con todo aquel drama de su historia. — Señorita Sophie Thomas, ¿Le parece esa pared blanca más interesante que la tarea que he mandado?
Mi mirada se desvió a aquel hombre en jarras, posado justo delante de mi mesa. — ¿Ah? Disculpe, sólo estaba pensando en las respuestas. — Este asintió y se despegó lentamente de mí, marchando a otras mesas, para revisar si todos trabajan.
La alarma del recreo inundó mi concentración, acabando con esta, terminaba de responder algunas respuestas, que, se quedaron a medias, entonces recogí mis materiales, dejándolos en la mochila y salí por una de las puertas cercanas a mi clase.
— Intensita, ¿Te acuerdas cuando Abby prometió que este finde me llamaría? Pues no lo hizo, volvió a dejarme plantado. — Este es Suji, el cual me apodó “Intensita”, un amigo al que conocí hace poco. Miré la esquina de mis mejores recuerdos con anteriores compañeros, donde se encontraba Nina, la chica la cual anhelo que vuelva a ser mi amiga, Remi, su mejor amigo y hermano, y la soberbia de Abby, mi prima.
— Me lo imaginé, sabes que cuando quieras puedes llamarme para pasar rato juntos, no pienso que por intentar juntarte con ellas te quedes solo. — Salen todos los findes de semana, para esos planes yo era solicitada, hasta que lo eché todo a perder.
— Lo que siempre me pasa, es que salgo esa noche, y las encuentro por ahí sin mí, porque decían que no sabían si iban a salir. — Tan ingenuo.
Acabadas todas las clases del día, me esperaba toda una tarde para fantasear sobre cupido. — Perdió tres flechas, de castigo, las cuales iban dirigidas al ángel Lucas. El alado que nunca se enamoró de verdad, siendo infiel. Cupido por mucho oro que clavara en su espalda, no conseguía domar a aquel levantisco, por lo tanto decidió castigarle con las siguientes flechas; la acertada punta certera, pluma de marfil y la flecha que dio en su cráneo, el cristal luminoso. — Me enardece tanto este tema, que creo que en el próximo examen de la asignatura sacaré la máxima nota.
— Sophie, ¿Has merendado? No te he visto comer nada desde que almorzaste. — Mi abuela entra sin llamar a la puerta, además comí muy poco, sabe que me cuesta triturar la comida con los aparatos nuevos.
— Ya iré luego a echar un vistazo, seguramente tomaré un smoothie, no soporto masticar otra vez. —Dejé la odisea de historia a un lado y mi abuela me acompañó a la cocina.
— Sabes que tienes que comer, no quiero que por tus tonterías vuelvas a la anemia. — Yo sólo pido que me trituren la comida hasta que acostumbre a comer con normalidad, no significa que quiera dejar de comer, pero cree qué porque no mastique, las vitaminas o proteínas de la comida se van a esfumar por sólo convertirlo en puré.
— Oye. — Cambio ágilmente de tema para que no siga con su charleta de cómo me las arreglé para perder peso. — No entiendo por qué Nina habla y ríe conmigo en la actividad extraescolar y en el instituto se olvida de que existo.
— Que raro, no te preocupes, Abby, desde que te ensució no te ha vuelto a hablar. — Se refiere a que mi prima, tenía animosidad y envidia, yo sentía que ella quería tener mi vida o ser como yo, por mi cuerpo, carisma, por ser demasiado sociable, se pasaba todo el día durmiendo, hasta que yo fuera a visitarla, tanto cariño tenía a mi prima, que todo lo que me hiciera lo consentía, incluso si hablaba mal de mí.
Después de recordar malas pasadas, pasé de nuevo a seguir con el drama. En un párrafo mencionaron a un segundo ángel, la única característica de la que se diferenciaba de Lucas, son sus alas, negras. Una de las virtudes que tenía el alas blancas era su inocencia, se dejó contaminar por Gabriel, cambiando el limpio color blanco de sus alas por un grisáceo.
— ¿Cómo siendo infiel va a ser inocente? — Pensé cerrando el libro de texto, supongo que le faltaría picardía. Ordenando mi caótica habitación, posteriormente de cerrar aquel tema, al que devoro como si fuese una novela, se presenta en mi morada, Suji.
— ¡Intensita! ¿Has leído mis histories? — debería saberlo, ya que con lo stalker que es, habrá mirado quien de sus followers las ha visto, viene con alguna excusa, encima en un día de diario, algo trama.
— No, ni me he conectado. — Niego cruzándome de brazos y levanto una ceja aún pensando el motivo del por qué se ha movido hasta mi casa.
— Bueno, paso y te cuento. — Entonces se autoinvita, no quiero ser borde o desagradable, así que no tuve más remedio que dejarle pasar.
— Sabes que fumo, y que no quiero dejarlo. Pues, Remi le dio regalices a toda la clase menos a mí y a Kristy, porque fumamos. Aunque sé que cuando yo no estaba se lo dio a ella. Y ayer volviendo a mi casa, me los encontré, o sea a Triángulo, Math, Abby y Valentine, y sólo me abrazaron triángulo y Abby, diciendo “a él nada, que es un drogata”. — Muchas personas se han quejado por la influencia y la manera de pensar de este grupo, personas que han acudido a mí porque saben que están contra mí, con cada historia que me cuentan, sigo pensando que Abby tiene al grupo envenenado. Van de santos cuando van excluyendo gente por tonterías.
— La verdad, aunque fumar sea perjudicial para ti, ellas no lo hacen, así que no veo el problema de que salgas con ellas. — Me siento a su lado, aún cruzada de brazos, mi protección cuando hablo con ajenos. — Lo hacen sólo para que dejes de fumar, es como una forma de domarte, es como “si no fumas más te damos una chuche” al menos lo veo yo así.
— Ya…— Aparta la mirada a las musarañas. — Oye, ¿Y qué pasó para que te odien tanto? — Sabía que venía para algo.
— Pues te vas a aburrir si te hago una historia de todo esto, así que un resumen, hay muchas cosas que contar aquí. — Tomé aire y empecé a narrar los hechos como si fuera la autora de un audiolibro. — Cuando repetí el primer curso, me presenté cuando llegó mi turno, y por mis gustos, un grupo de tres amigos se interesaron en mí, el primer año de instituto lo pasé tan mal que me dio alegría saber que hice amigos muy rápido. Remi y yo no parábamos de hablar, y de hacer buenas migas, junto con Nina, pero Vicky no se llevó mucho conmigo, a mediados de curso, llega Abby, y en ese momento Nina y yo estábamos en una relación. Yo no estaba segura de mi sexualidad, así que, me enamoré de un chico y le rompí el corazón a mi mejor amiga. Pero eso no cambió nuestra amistad, seguimos adelante y pasamos un buen verano, hasta que me di cuenta que con Abby ya no era lo mismo. — Me interrumpe mi plumado amigo.
— Mencionaron en ese grupo que le diste un beso a Nina y después te fuiste con otra chica a reírte. — Harta de malas lenguas le di la verdad.
— Bueno, lo del beso es verdad, pero no me reí de ella, estaba pasando la tarde con una amiga que no tenía con quien pasar la fiesta del pueblo y no quise dejarla sola. Si Abby se fue con ella después de eso y le metió cosas en la cabeza, ya no es mi culpa. — Y harta de que me pongan como la mala del cuento. — Sigo, cuando Nina empezó a dejarme de lado y mi prima empezó a hacerse la víctima, “que si yo era buena en todo y ella no valía para nada” comencé a acumular ira y ganas para echarle en cara como me trataba antes de regalarle a mis amigos. Llegado noviembre, estallé indignada, ya que nadie excepto Kat me veía, es como si mi nivel de opacidad hubiera bajado un porciento hasta dejarme casi invisible. Me di cuenta cuando llegué a la clase de Nina a saludar y nadie se giró a abrazarme, dolida salí y me fui a clase. En toda la mañana sólo me dirigieron miradas, más tarde, todos estábamos en la casa de Kat donde no podía aguantar mi furor, intentaba sacar temas de conversación, pero se cortaban demasiado rápido, aumentando mis ganas de llanto. Cuando ya nadie y excepto Kat otra vez me veía, inconscientemente cogí la botella de agua y comencé a jugar con ella para disimular mis ganas de gimotear o soltar el suspiro de la voz rota, y cuando no pude más solté la botella fuertemente sobre la mesa haciendo que esta caiga al piso, obteniendo así todas sus miradas impresionadas, lo único que hice fue salir de allí, todos me apuñalaron el corazón por chat, menos Nina, ella no dijo nada.
— Pues vaya, aunque fuiste tonta, tendrías que haber hablado con Nina, de cómo te sentías, decirle que te pusiera más atención, que te sentías mal. — Demasiado reservada, me da hasta vergüenza decir un gracias.
— Lo sé, pero ya lo hecho, hecho está. Los extraño, pero no creo que quieran volver a estar conmigo. — Sólo lo acepto y lo dejo como está. — Bueno, ya después tuve un problema con una obsesión con el adelgazo y pues como Abby es, ya sabes, de peso elevado, pues ya empezó a decir que los “gordos” me daban asco, bla,bla,bla.
— Lo único que hizo fue tirarte estiércol encima.
— Pero a mí lo que más me duele, es que le haya dado la vuelta a la tortilla, Abby antes no tenía con quien salir y yo la hacía salir, y ahora yo esté en su lugar. Ha tenido tanta picardía en arreglarselas para trepar, que me ha dejado en ridículo, como si yo no hiciera nada y me dejase pisotear.
Cada vez que me preguntan por este tema, me paso todo el día dándole vueltas, posteriormente de que se fuese por la puerta el cotilla, ignoré a cupido por seguir torturándome pensando en el encaje de bolillo que me hicieron. Tanto dolor siento que no me he querido relacionar profundamente más con nadie, ni darle tanta confianza, ni hablar a menudo, sí, me he vuelto antisocial, pero estoy muy a gusto.
— Chicos, este examen es muy fácil, si han estudiado lo harán en diez minutos. — Y llegó la hora de la prueba donde demostraría como me merendé todos esos párrafos del libro. — Esperemos que Sophie no se quedé en blanco por estar en clases mirando a las nubes. — Dice esto cuando llega a mi pupitre y me entrega la prueba junto con un folio en blanco.
Yo sólo le dediqué una sonrisa forzada por los alambres de mis aparatos, que no me permiten abrir bien mi boca, ya que me desgarra las comisuras al hacer cualquier mueca.
(Actualizable)
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