Oh amada mía, que en silencio te marchas, que dejas atrás tu cálida mirada, porque robas mis ganas de vivir, me pregunto que es aquello que observas a la distancia, aquello de lo cual no puedes hablarme, porque ahora, rompiendo todo a su paso, dejas a pedazos un vacío en mi pecho.
¿Por qué ahora solo encuentro esos ojos cansados, y esa mirada cautiva?
No sé porque te escribo, solo que… ahora recuerdo tu mirada, tus ojos penetrantes, tan profundos, como dolía que no me miraras, ¿cómo soportaba esa triste indiferencia tuya? Mi luna, aquella que al sonreír iluminaba mi mundo y aquella que apagaba mis tristezas, como es de graciosa la vida jugando a poner y a quitar, Un día escuchaste reír a esa persona sin saber que sería la última vez que lo harías.
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