Al éxtasis llegamos cuando nos enamoramos,

felicidad, la composición genética que recorre nuestras venas,
y hace que nosotros las sintamos llenas.

Ese sentimiento que cuando manifiesta su presencia,
penetra en nuestro interior,
nos hace reclamar una audiencia
y en ocasiones nos deja como un mero espectador.

Abstraído estoy, intentando recordar nuestro primer encuentro,
el primero en el cual se cruzaron nuestras miradas,
donde tu sonrisa iluminó mi corazón
y me hizo perder desmesuradamente la razón.

Porque en ocasiones una mirada,
puede ser una sonrisa esbozada,
o puede simplemente, llegar a no ser nada.

Pero es esa sonrisa,
interpretada como una señal,
la que la convierte en la más dulce caricia
y que nos hace estremecer hasta el final.

Alguna vez nos rompieron el corazón
y alguna vez fuimos nosotros los causantes de tal decepción.

Fuertes sentimientos nos harán tener,
alegría, tristeza, desesperación, amargura…
hasta tal punto de llegar a enloquecer
o quizás de llevarnos por el camino de la locura.

Pero no debemos olvidar,
que a veces es mejor haber vivido y haber luchado,
que simplemente desvanecernos y no haberlo intentado.

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