Todo era oscuro y sombrío, como un sueño, el viento soplaba haciendo temblar las persianas de la habitación, un sonido silbante se deslizaba entre los pequeños agujeros de las ventanas mal encoladas, mientras, alguien dormía en aquella habitación.

Yo, que estaba despierto miraba como aquel hombre no se despertaba ante tal situación, sentía envidia, ¿cómo podía dormir con aquel ruido?, llevaba días sin pegar ojo, mi conciencia me había castigado. Intente cerrar los ojos, pero no veía oscuridad, si no una luz intensa que aún estando con los ojos cerrados me deslumbraba y me hacía imposible conciliar el sueño.

Me levanté y me fui a la cocina, me serví una taza de té, era el enésimo té que tomaba aquel día, observe la etiqueta de las bolsitas de té, “para dormir” decía, no había nada que pudiera dormir a mi conciencia que susurraba en mi oído cosas que no podía entender. Al volver para la habitación, al final del pasillo una silueta conocida me esperaba, me pare y pronto otra silueta más se colocó junto a la que ya estaba, me llamaban y las voces eran conocidas, no tenía miedo, pero cuando daba un paso hacía a delante, las siluetas se iban alejando.

Cansado me tiré en el suelo de aquel frio pasillo, el viento se colaba por debajo de la puerta de la casa, el suelo estaba helado y aún podía escuchar los ronquidos de aquella persona que dormía ajena a la pesadilla que yo vivía. Al fin pudo levantarme, las siluetas se habían ido y sentía un vacio enorme dentro de mí.

Al llegar a la altura del salón, todo se volvió de color, había gente sentada en una alargada mesa, comían, reían y ninguno de ellos me miraba, ¿serían recuerdos? Una puerta se abrió y me vi a mismo, sonriendo y lleno de colores vivos, efectivamente era el último recuerdo alegre que tenía. Al llegar a mi altura me miró y señalo un pequeño reloj, de repente todos los de la mesa me miraban y señalaban un pequeño reloj y poco a poco la escena se fue desdibujando volviendo a otra vez la oscuridad y el ruido de las persianas.

Realmente me había asustado, ¿porque veía esas cosas?, apesadumbrado abrí la habitación donde el hombre dormía, un rayo de luz entro por la puerta y pude ver el cuerpo de aquel hombre, me sonaba familiar, me miré mi brazo y vi el mismo tatuaje que el mío, era yo, dormía tranquilamente ante tal caos.

Recordáis aquellos bocadillos de los dibujos animados, pues algo parecido salía de mi yo dormido, eran recuerdos, momentos alegres que había vivido, familiares que ya no estaban, por fin había comprendido por que aquella persona que dormía no quería despertarse ante todo el caos que estaba ocurriendo fuera.

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