Por ahí donde la oscuridad figura, y la sombra se pierde, vivían consumiendo versos rotos y una que otra migaja de pan que el gato les llevaba, por pura compasión.
Las fiestas se hicieron constantes, pero el oído humano es muy escéptico como para sentir a las ratas reproducirse con ese frenesí que huele a anta.
El plan avanzaba sin novedades, diez días nos separaban del gran ataque, los humanos entenderán que las ratas nunca fuimos nosotras.
Coexistir en los suburbios donde se reúnen los desechos de la humanidad junto con algunos humanos olvidados, fue decisivo.
Aquellos que se hacían llamar vagabundos, nos contaron, se auto exiliaron de la superficie, donde hasta el viento se abría paso por la repugnancia que causaba su aliento manchado de tinta y tinto.
Allá arriba, nos decía pablo, un vagabundo de ojos color libertad,
existen monstruos consumiendo a destajo, aquello que no es consumible.
Allá arriba nos limpiamos el culo con los libros de galeano y leemos el horóscopo al desayuno.
Allá arriba, los abrazos son cada día mas escasos, y no importa cuantos grados nos regale el sol, nos estamos congelando.
Allá arriba queridas amigas ratas, existe una plaga que se hace llamar humanos, y me avergüenzo de caminar en dos patas, me oyeron?
Me avergüenzo!
El chillido colectivo de la colonia, hizo retumbar las calles de un Santiago sin memoria, por allá arriba lo llaman temblores, si hasta le han otorgado grados, mientras mas furiosas nos sentimos, mas copas vacías caen.
Una vez me mordió un humano, se escucha decir a una rata anciana, con voz tenue. Todos se voltearon a mirarla.
Recuerdo era tarde, salí por un bocado, cuando siento como esos dientes amarillo tabaco, impactan en mi.
Su mordisco no fue lo suficientemente potente como para no poder escapar, y con una maniobra poco peligrosa logré escabullirme de entre su boca, corrí hasta el refugio.
No me di cuenta que sangraba hasta que vi esas pequeñas manchas rojas que seguían mis pasos.
Sangrar, fue lo mínimo, lo que vino después fue terrible.
Comencé a sentirme algo desdichada,y sentía la estúpida necesidad de buscar un trabajo que me hiciera inmensamente infeliz, no sabía lo que pasaba, no sabía porqué de repente comencé a sentirme superior que las otras amigas ratas con quienes nos juntábamos a tejer por las tardes.
Sus tejidos me parecían muy inferiores a los míos, y decidí separarme de ellas al poco tiempo.
Construí una empresa de tejidos, contraté ratas muertas de hambre, y me aproveché de ellas.
Las hice trabajar sin cesar, habían castigos terribles para quienes se opusieran a mi.
Creé leyes que me favorecieran como empleador, y como ente importante de una elite imaginaria.
El poder me estaba convirtiendo en un asqueroso humano, y pude entender ahí que el mordisco de ese sujeto, había influenciado a través de su saliva, mi conducta envenenada.
Me marché lejos, olvidé todo, la industria, mis tejidos que ya no eran míos, mas bien eran de la mano de obra de mis trabajadores.
Olvidé todo aquello que construí a punta de violaciones a los derechos de las ratas, me sentía asqueada por este flujo que avanzaba, necesitaba una cura de inmediato.
Su rostro siempre estuvo fijo al suelo, el silencio bailaba entre nosotros, hasta que se oye desde al fondo, muerte a los humanos!!!!
Y el grito de guerra provocó ese viernes, el terremoto del 27/F.
OPINIONES Y COMENTARIOS