Sí, te extraño.

Te extraño y la existencia se me vuelve un puto recuerdo de tu sonrisa, y pesa.

Te extraño y cuando tu imagen llega a mis sueños, quiero arrancarte de los brazos de morfeo y arrastrarte hacia mí.

Te extraño, no por tus palabras, no por tus manos pequeñas y decididas, sino por la vibración que produces, por la destrucción que dejas a tu paso, por el torbellino que osas ser.

Te extraño y no hay vergüenza que sirva de paliativo.

Así que déjame, invéntate una excusa que te dé confort y te evite extrañarme también.

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