!Necesito un traductor

!Necesito un traductor

Fernando Bartra

10/11/2018

1. Soijisma

El sol apenas empezaba a dar sus primeros rayos, las nubes parecían abatidas por el friaje, mis compañeros y yo, estábamos de pie, con nuestros equipajes listos y al frente estaban las autoridades de Junin pablo, también los niños quienes nos iban a elegir, todos en forma de media luna.

Elegían más a las compañeras de inicial y no todavía entre nosotros los de primaria.A mi compañero Gamaliel lo eligió una anciana y su pequeña nieta Chononbiri[1], mis compañeros bromeaban porque los niños aún no nos elegían. Luego de unos minutos más, le tocó el turno a elegir a un niño de unos 11 años, se llamaba Soijisma. Vino lento, miró a todos los de primaria y se acercó a mí, yo lo abracé y sonreí feliz. Resultó ser que la abuela de Chononbiri era también la abuela de Soijisma, vivían en casas separadas, pero cocinaban una sola casa, lo que hacía parecer a la familia más grande

Autoridades locales y toda la comunidad educativa en la media luna.

Llegamos a su casa, me encontré con mi compañero, resultó que él era un familiar de ellos y eso aumentó nuestra confianza, me trataron bien desde el principio. En tiempos pasados viví también en una comunidad y por lo tanto conocía las costumbres, su trato hacia con los demás y sobre su gran bondad, pues en el desayuno nos pusieron en una mesa aparte y nos sirvieron patarashca de boquichico ¡un enorme boquichico!, además de chilcano y yuca cocida. Mientras paseábamos por la huerta nos dijeron que, si queríamos, podíamos coger naranjas, cosa que hicimos en seguida.

Soijisma siempre estaba jugando con sus amigos, por eso no pude interactuar tanto con él, sin embargo, me di cuenta que era un niño inteligente, alegre y obediente y, sus padres lo querían mucho. El abuelo era un buen conversador, debatíamos con él algunos temas y nos enseñaba de su sabiduría, la Tita nos atendía siempre de lo mejor junto a sus hijas, nietas y nuera. Por la noche, al momento de hacer la cama, no sabía dónde acomodarme, pero el señor Wexakea y su esposa Metsasame, me habían preparado su única cama y me la cedieron, me sentí alegre y triste, era un gesto demasiado amable de parte de ellos, pues tuvieron que dormir en el piso solo para que yo estuviera cómodo.

De la familia, no hay manera de que me olvide, su bondad siempre la llevaré en mi corazón y la practicaré, porque no solo fue convivir con ellos. Aprendí más valores de los que ya conocía y pude recordar la realidad en la que viven la mayoría de las familias en las comunidades.

Última noche junto a la familia que nos acogió.A la derecha Soijisma junto

a su padre Wexakea.

La comunidad me hizo reflexionar bastante, vi que hay mucha necesidad, hay mucho que hacer para los niños con respecto a su educación y salud. Me recordó a mi pueblo en el que crecí, con el canto de las aves, con sus lluvias y sus ríos, su hermoso cielo azul confundidas con las nubes que le dan ese toque maravilloso. Estar en este lugar te da paz, dan ganas de llorar cuando ves los atardeceres dorados y fríos, con su gente feliz, su idioma que, aunque no entendía, me resultaba una melodía. Me reafirmé allí mismo, terminar mis estudios, poner todo de mi parte para adquirir más conocimientos y valores, para ser un buen maestro, ejemplo para mis niños más adelante, me imaginé hacer mis huertos con ellos, a cuidar a la naturaleza y valorar su idioma, su historia y su tierra.

2. Llévate a los niños

La mañana era fresca ¡Nuestro último día! El mural que estaban pintando todavía no estaba terminado, asi que todos los del grupo del mural ponían su máximo esfuerzo, los niños y algunos adolescentes curiosos, se paseaban para ver y los más pequeños se acercaban mucho lo cual interrumpía el trabajo.

Mural hecho por los estudiantes del pueblo Shipibo-Konibo.

Estuve observando todo eso y mis compañeros que pintaban me dijeron que llevara a los niños, me entristecí con ellos, mas no dije nada, pues era por los niños por quienes también habíamos venido. Los llamé y les dije que haríamos un paseo, asi que empecé a recorrer todo el mural explicándoles de qué trataba y a qué pueblo indígena representaba cada pintura, les pedía a mis compañeros y compañeras que nos ayudasen en la explicación y colaboraron ansiosos.

El día anterior, cuando íbamos recorriendo la comunidad con dos compañeros, encontré en medio de la calle a Darío, un niñito que estaba sentado en el suelo y jugaba con unas canicas, nos miró y sonrió, quise llorar porque me recordó a mis hermanitos que se habían quedado en Pucallpa, mal de salud y este pequeñito estaba en las mismas condiciones. Estornudaba por la gripe, me imaginaba los síntomas que debía tener y cómo de repente le dolía su cabeza y me sentí impotente. Marianella, mi compañera, le regaló algunas manzanas y él agradeció con una sonrisa.

En el pintado del mural lo encontré otra vez jugando, a pesar de estar enfermo. Lo tomé de la mano y lo llevé a conocer el mural junto a los demás niños, hasta que acabamos y ya no sabía qué hacer, justo recordé que mi trabajo de investigación trataba sobre la situación psicolingüística asi que, aproveché el momento para juntar a los niños en una de las bancas del parque que se encontraba al frente del local comunal, y de esa forma obtuve la información que necesitaba, pero ellos aún seguían conmigo.

Entonces recordé que cada tarde que salía de la universidad, en casa con mis hermanitos, los juntaba para enseñarles matemática, comunicación, arte y su área favorita, jugar. Bueno, me dije, a ver si intento lo mismo con los niñitos. Les pregunté qué juego sabían y, luego les propuse si querían jugar en ese momento, me respondieron emocionados que sí.

Jugamos talán, talán, que es el gato y el ratón, tomé de la mano a Darío elegimos quién sería el gato, el ratón y la puerta, nos ubicamos en medio del patio y comenzamos a jugar. A veces me hablaban en shipibo preguntándome algo y yo no entendía, la mayorcita traducía lo que los pequeñitos trataban de decirme, uno quería ser el ratón y otro el gato, ya que nuestro primer gato se había cansado de correr, dado que era en la mañana y apenas el sol se abría, pero, igual se sentía un leve calor.

Realizamos un juego más, cuyo nombre no me acuerdo y su procedimiento no podría explicarlo asi de fácil, también fue divertido, noté que estaban cansados y les dice que nos fuéramos a la pequeña choza con asientos que estaban a los costados del patio, allí les tomé una foto de recuerdo y me puse a descansar.

Mientras descansábamos, me di cuenta que más niños y a algunos adolescentes se acercaban. Me emocioné y me dije a mi mismo ¡Esto es lo que tanto quise! ellos buscan a alguien quien los guie e interactúe con ellos, trataré de ser ese alguien por hoy día.

Me dirigí con todos ellos al campo para jugar fútbol, incluidos los más pequeños, pero me olvidaba de algo, debía darles un incentivo, un reconocimiento agregado a su entusiasmo de participar. Fui a la tienda de al lado, compré unos dulces y panes para el premio al ganador y para los participantes también.A los más grandecitos les dividí en equipo de varones y mujeres, me quedé con los más pequeños. Primero jugaron las mujeres y luego los varones, corrían entusiastas y era divertido verlos competir, con tanto griterío de las chicas y la velocidad de los muchachos.

3. ¡Necesito un traductor!

Tomé a Darío y a los demás pequeñitos y, los llevé a un costado del campo, les dividí en grupos y comenzamos a jugar. A ellos les hacía preguntas sobre las partes del cuerpo, los números y las vocales, sin embargo, había un problema, ellos no me entendían y era por el idioma. Rápidamente pedía ayuda a las niñas que ya habían jugado ya que los varones seguían en el primer tiempo. Ellas me sirvieron de traductoras y sí que comprendieron. Niños y niñas, pequeñitos, tiernos y alegres, ver esas caritas de emoción de competir con el Westiora, Rabe, kimisha[2] y darme cuenta de sus conocimientos, me era muy importante y motivador.

También, hicimos la competencia de carrera de una distancia corta por supuesto y, me preocupé nuevamente por Darío porque seguía con la gripe. Parecía agotado y sus ojos se cerraban de vez en cuando, y, aun así, seguía jugando, pero, no le exigí mucho. En un momento pensé en llevarlo a la posta, mas no lo hice, pregunté a las compañeras de inicial encargadas del botiquín si tenían medicamentos y me dijeron que ya se habían agotado.

Niños jugando en el segundo tiempo.

Al final me reuní con todos, a los ganadores les di su premio. Ellos hacían cola y generaban desorden, solo sonreí y les ordené entregándoles a cada uno su incentivo, me arrepentí no haber traído más cosas de Pucallpa para regalarles. Me despedí de ellos y cada uno se fue por su lado y yo me regresé a la casa del señor Wexakea un poco agotado, pero feliz. Me eché en la hamaca, Chononbiri, su abuela y Metsasame estaban en la cocina. Soijisma vino de jugar también y vi que su madre le daba una jarra con Atsa Xiate[3] y se dirigió a mí y me entregó. Bebí, estaba dulce y recién hecho, leía un poema y el agotamiento hizo que me quedara dormido en la hamaca.

4. Mi reflexión

Antes de realizar el viaje a la CC. NN Shipibo-Konibo, Junin Pablo. Nuestro profesor Carlos Zacarías Mercado encargado del curso de EIB, nos motivó e hizo todo lo posible para que estuviésemos dispuestos a ir. Fue gracias a su esfuerzo, paciencia, dedicación y al apoyo de otras personas que nuestro viaje se hizo realidad.

Pero no debíamos irnos con las manos vacías, debíamos practicar un valor ancestral de nuestros pueblos que es la reciprocidad, Por eso el profesor nos organizó en grupos para pedir donaciones como ropas, juguetes y víveres para compartir con la familia que nos tocaría. Era la primera vez que salía a pedir donaciones por lo que estaba nervioso, pero al final en las dos veces que salimos nos fue muy bien, la gente es muy amable, algunos cuestionan nuestra veracidad, pero la donación es voluntaria y recibimos los que nos dan y agradecemos con una sonrisa sincera.

El día del viaje llegó y hubo contratiempos, con tranquilidad todo se solucionó y horas más tarde estábamos surcando en medio del rio Ucayali. Las olas golpeaban el bote, las garúas caían y dentro de la embarcación el ambiente era frio y tranquilo. Me gusta ver la naturaleza con sus matices, el rio y las playas que en estos meses de verano empiezan a formarse en las riberas.

Me quedé dormido y solo me levanté cuando algunas personas bajaron a un pueblito del lugar para avisar que faltaban como una hora y media para llegar, volví a quedarme dormido y más tarde ya llegamos a la comunidad. Bajamos nuestros equipajes, los niños y demás personas nos ayudaron a trasladarlos hasta el local comunal donde el jefe y otras autoridades nos dieron la bienvenida. Incluso, nos invitaron a almorzar Bueten y masato. El profesor Adán y otro docente hacían todo lo posible para atendernos, iban de un lugar a otro preguntando si nos faltaba algo y se cercioraba de que todo estuviese bien…

El día de la elección me encontraba emocionado, ya quería que alguien me eligiera, para mi buena suerte Soijisma me eligió de entre todos. En su casa me dieron la atención necesaria y la comodidad, me ofrecieron su bondad, su hospitalidad y en la última noche, antes de irme a dormir con mis compañeros, los tres que nos habían acogido dentro de esta gran familia, nos reunimos con ellos. Expresé palabras de agradecimientos, lo mismo hicieron mis otros dos compañeros. También, habló Wexakea, el abuelo y la tita, hablaron en su idioma, no pude entender mucho, solo unas que otras palabras de los miles que tiene esta lengua y me di cuenta de la importante que es esta para un maestro EIB, que va ir a las comunidades como llevando buenas nuevas para los hombres y mujeres del mañana, para aquellos en quienes ponemos nuestras esperanzas.

Al día siguiente por la mañana, mañana con un sol brillante y el viento frio, con garzas cruzando el cielo y agua turbia e intranquila, nos encontrábamos retornando a la ciudad de Pucallpa, nos regalaron algunos frutos de la localidad. Como mencioné, practican la reciprocidad, cuando los tres compañeros repartimos las donaciones que habíamos llevado para la familia, su gozo era inmenso, podía verse en sus caras la felicidad expresada en risas mientras elegían las ropas y entre ellos se quitaban diciendo ¡nokona! ¡nokona![4]

El abuelo miraba feliz, Chononbiri ya había agarrado de entre las prendas y juguetes un vestidito blanco y una pequeña muñeca que cuidaba siempre con recelo. Me arrepentí no llevar más para compartir con la familia, porque a diferencia de los que vivimos en la ciudad, en los pueblos la realidad es distinta y la necesidad es pan de cada día, sin embargo, viven en un medio privilegiado dónde pueden plantar sus hortalizas, frutas y atsa[5] para preparar el masato, tienen un hermoso río y dos grandes lagos, donde sacan los recursos naturales para su consumo diario. Cabe resaltar que la CC. NN Junin Pablo se encuentra dentro de una reserva en Masisea, donde se encuentran también dos hermosos y grandes lagos, uno de ellos es el Lago Imiria.

Vista del Lago Imiria

El aire que respiran es puro, la comunidad es tranquila. Sus jóvenes deportistas, sus muchachas alegres y empeñosas, los más adultos son gente trabajadora. Los niños y niñas parecen palomas en el parque cuando se les encuentra en las calles jugando. Es una realidad diferente, no alejada de la mía pues yo vengo de una comunidad, me sentí como en casa estando allí, aunque extraño más mi vista hacia los cerros azules y misteriosos, que bajo sus faldas descansa mi pequeño pueblo, que poco a poco marcha a un destino no tan favorecedor tal vez.

Pienso que en nosotros está la esperanza, en los niños más que todo porque nuestra mente con el tiempo se va cerrando gracias a nuestra ignorancia y mediocridad, nos conformamos con recibir sobras de otro que, si hay alguna injusticia, ya pasará. Vemos a un hermano o grupos de hermanos luchando por sus derechos, o vemos que a uno le han pisoteado todo aquello, sin embargo, no nos detenemos de nuestra mortal carrera para ayudarlo, será porque tal vez ni nosotros mismos conocemos nuestros derechos y sentimos ese temor de lo que puedan hacernos los de arriba.

Por eso no propongo aún nada, me falta conocer más, me falta aprender y ver otras realidades, me falta mejorarme a mi mismo. Nosotros como futuros docentes EIB, los que tengamos dudas todavía, es hora de tomar decisiones y no entorpecer el camino de nuestros demás compañeros que de verdad están comenzando a amar la carrera, defender y sentirse orgullosos de su EPB.

Debemos prepararnos en valores, primero tratar de ser mejores personas como menciono; humildes, valientes, sin pelos en la lengua, llenos de conocimientos a impartir. Debemos respetar al niño, adolescente, al adulto y al anciano, no dejar que un puesto mayor de trabajo que los de nuestros hermanos nos hagan seres orgullos, miserables y egoístas y, ver en otro ser humano igual que en defectos como nosotros a alguien inferior. Los tiempos se ponen difíciles, los tiempos cambian, la forma de enseñar ya no es la misma del pasado, la exigencia es mucha, la globalización de cualquier forma trae un gran impacto hacia nuestros pueblos indígenas. Pueblos que cada día, se van adaptando a los ritmos veloces de estos cambios.

Insto compromiso a cada docente EIB, porque vamos a tratar con seres humanos llenos de imaginación, que tal vez aporten en el mañana nuevos conocimientos en bien a nuestro país o para sus propios pueblos. Por eso es nuestro deber darles buenas bases y, si vamos a ir solo por el dinero, mejor en este preciso momento dejemos la carrera, pues nuestros niños no se merecen que se les imparta más mediocridad de la que ya ven día a día en nuestra sociedad.

Junin pablo, una comunidad grande, de gente que se siente orgullosa de su lengua, de sus costumbres y suforma de ver al mundo, preparan a sus niños y jóvenes pues son conscientes que mañana necesitarán de abogados que defiendan sus tierras, de médicos que atiendan a sus enfermos, de ingenieros u otros profesionales que les capaciten cómo aprovechar de manera sostenible sus recursos naturales y a cuidar de ella, de su madre tierra que les brinda toda su bondad para la supervivencia de sus hijos.

Llevaré un gran recuerdo en mi corazón de la comunidad, de la familia y de sus niños, mas aquí no termina mi trabajo, este es solo el comienzo. Hay más realidades que conocer y falta prepararse para esta gran y maravillosa labor que es la de enseñar.

La tarea encomendada sobre Diagnóstico Psicolingüístico me resultó interesante, porque me nació saber cuál era la situación de la utilización del idioma en aquel pueblo, trabajé especialmente con los niños y niñas. Me di cuenta la importancia de hacer un diagnóstico psicolingüístico ya que es un elemento vital para saber cuál es el nivel de dominio de la lengua originaria como del castellano, en base a los resultados obtenidos un docente EIB, podrá planificar el uso de las lenguas en el aula y desarrollar estrategias adecuadas para poder trabajar con los estudiantes y también con la población.

En la escuela primaria de Junin pablo se enseña lengua originaria y lengua castellana, los niños en general hablan más el idioma shipibo y emplean poco el castellano. Sus clases se desarrollan en su lengua porque en castellano les es dificultoso comprender dado que, primero tienen que traducir lo que se le explica a su idioma para recién poder captar lo que se les enseña. Cuando traté de hablar con los más pequeños de siete, seis y cinco años, no me entendían. Por ello tuve que trabajar con una niña y un niño de doce y 11 años para traducir lo que yo con amabilidad les preguntaba.

Estudiantes de la escuela de Junin Pablo, cantando el Himno Nacional.


[1] Chononibiri, Soijisma, Wexakea y Metsasame son nombres en idioma originario de la familia con quienes conviví.

[2] Son los números en el idioma shipibo westiora es uno, rabe es dos y kimisha es tres.

[3] Atsa Xiate significa masato.

[4] Nokona significa mío.

[5] Atsa significa yuca.

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