Abandoné la casa de mis padres mientras me adentraba en la oscura y fría noche, caminando por las ajetreadas calles de Barcelona. Mis amigos me esperaban directamente en el mismo bar de siempre, a un par de paradas de metro de donde me encontraba. Pasada media noche, me sumergí en los gritos de alegría de las personas que ocupaban el vagón del metro, fingiendo que mi vida podría dar un vuelco en este nuevo año, lleno de sonrisas pérdidas, futuros planes y proyectos de futuro que habían naufragado durante el año pasado. Me senté en el vagón y saqué el móvil del bolsillo de mi chaqueta negra. Me estresé tan solo con ver los miles de mensajes de fin de año en esos dichosos grupos de whatsapp en los que salirte te haría quedar como el antisocial que realmente eres.

Bajé del metro, caminando con total naturalidad sobre mis botines negros de tacón alto, como si no me hubiera bajado de ellos nunca, y empecé a caminar desde la estación de Marina calle abajo, para luego girar a la derecha y avanzar un par de calles más hasta el bar donde nos reuníamos siempre que salíamos de fiesta, para entrar en calor bebiéndonos algunos chupitos y un litro de cerveza. Pero antes de entrar, me sonó el móvil.

– Hey…
– ¡Hey! ¡Feliz año! – contestó una voz masculina muy familiar.
– Feliz año nuevo para ti también. ¿Vas a salir esta noche?
– Solo a un par de copas y a casa de unos amigos, tranquilamente. ¿Tú?
– He quedado con unos amigos por Marina. Por si pasas por aquí. – propuse animada, aunque sabía que no iba a venir.
– Vale, pues sí voy te digo algo.
– Genial, ¿Hablamos luego?
– ¡Claro! – y esperé a que colgara él primero. Obviamente no se iba a presentar.

Un par de minutos más tarde, entré al bar donde me esperaban mis amigos, aunque solo vi a Roy. Ella me esperaba junto a la barra con un bonito vestido negro y su melena rubia lisa.

– Y dime… ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? – le dije con voz seductora. Ella rió y me dio un abrazo.
– Pues lo mismo que tú, celebrar nuestra soltería en una noche tan triste como cualquier otra. Solo que tenemos la excusa de que es fin de año. – ambas reímos y en seguida me pedí mi primer litro de cerveza, mientras ella se acababa el suyo para pedir junto a mí.
– ¿Y los demás? – pregunté mientras sacaba el dinero para pagar mi copa.
– Se han rajado. Hacía mucho frío y se han quedado con sus familias y/o parejas. – dijo remarcando las conjunciones.
– ¡Que novedad! – contesté irónicamente. – Y por qué la tuya no vive aquí, sino me habrías traicionado de la misma manera…
– ¡Te equivocas! Si hubiera sido así… Esto se habría convertido en una cita a tres. – Asentí dándole la razón.
– Lo único que echo de menos de tu novio es que me paga todas las cervezas para que me caiga mejor de lo que actualmente me cae. Pero esa es la clave para nuestra amistad… – Ambas reímos enloquecidas ante el hecho de que alguien nos invitara a una cerveza, solo por consumir algo de alcohol gratis.

La noche fue avanzando de la manera más típica posible: colas para ir al baño, una cerveza tras otra, bailes ridículos al ritmo de Foo Fighters o Queen, más cervezas, más bailes… y así intentaba convencerme a mí misma de que este año sería diferente, porque lo acabaría y lo empezaría de la mejor manera posible. Y entonces, apareció él.

Se me acercó a saludar, acompañado de sus dos amigos de siempre, pero vestidos algo más formales para la ocasión. Me encantaba como la gente se arreglaba en fin de año, como si fueran una persona totalmente distinta, sin inseguridades, ni nuevos propósitos, como si de una película americana se tratara y fuéramos absolutamente perfectos.

Su pelo corto, moreno estaba peinado, totalmente dispar a la moda actual y para nada engominado. Sus ojos oscuros mostraban familiaridad y cariño, y vestía con una camisa blanca y una chaqueta de cuero. Intenté evitar su mirada hasta que me fue totalmente imposible apartar la vista de su sonrisa. Siguió avanzando hacía mí, mientras me quedaba sin aliento y Roy clavaba su mirada en mí, disfrutando de verme embelesada y muy vergonzosa.

– ¿Lleváis mucho rato aquí? – dijo él mientras me abrazaba. Sus amigos se habían parado a pedir algo en la barra.
– Unas pocas horas… – contesté mientras se me escapaba una sonrisa. No podía apartar la vista de sus ojos.
– ¡Feliz año! ¿Como va la noche? – preguntó Roy mientras le saludaba.
– Como cualquier otra… ¡Aunque el ambiente es diferente! – dijo animado. – Aunque las ganas de beber son las mismas que las de cualquier otro sábado.

Y mientras las jarras vacías de cerveza se acumulaban en la mesa, la noche iba avanzando como un sábado cualquiera, sin ser conscientes de que empezábamos un nuevo año lleno de falsos propósitos que probablemente ninguno íbamos a cumplir. Bailábamos de tanto en tanto al son de cualquier “hit” de los ochenta o noventa que tronaba por todo el local y ni siquiera nos percatábamos de que estaba siendo la primera noche del año.

Noté como sus brazos me rodeaban y me apretaban hacia él. Giré levemente el cuello para mirarle con complicidad, él sonrió y mi pulsó aceleró. Me pidió si le acompañaba a pedir a la barra y así lo hice. Después de coger su copa y de seguir bromeando sobre lo bien vestidos que íbamos, deslizó su mano izquierda por mi espalda, descubierta por el vestido brillante que me había puesto aquella noche.

– Sabes que eres una persona muy importante para mí ¿no? – me preguntó dudoso.
– Realmente no lo sé. – contesté mientras desviaba la vista a mis pies.
– Pues deberías saberlo. – me aseguró mientras sus dedos apartaban mi pelo y me acariciaba el cuello.
– ¿Con todo lo que ha pasado? – contesté irónicamente.
– Sé que no me crees… pero es la verdad.

Ambos nos quedamos en silencio mientras poco a poco me rodeó con sus brazos y escondí el rostro en su pecho, cerrando los ojos sumergiéndome en el silencio que habíamos provocado con nuestros propios actos en un pasado aún demasiado reciente. Poco a poco nos fuimos separando hasta que nuestros labios quedaron a escasos milímetros. Volví a esquivar su mirada, sabiendo como terminaría por perder la poca cordura que me quedaba si me perdía en sus besos una vez más. Ojalá las cosas hubieran salido de otra manera… Pero de pronto, fui sorprendida por mis palabras cuando le volví a mirar una vez más.

– Bésame – le susurré mientras aún estaba perdida en sus brazos. Después de dudarlo un solo segundo, me obedeció, y volví a sumergirme en ese contacto que tanto había echado de menos, como si hubiera vuelto a recaer en alguna de mis viejas adicciones, o como si todas las piezas de un rompecabezas estuvieran unidas.

Pero cuando me separé, inmediatamente sentí que algo me volvía a faltar dentro del pecho. Sentí un agujero y recordé ese reciente pasado del cual no había aprendido nada. Sentí mi respiración agitada y reflexioné sobre todo lo que había pasado para que yo me encontrara en ese punto. Ese punto de mendigar por uno de sus besos, lo único que me proporcionaba la capacidad de respirar, y decidí que ya era suficiente de depender de alguien que no era bueno para mi. Ya había salido mal demasiadas veces, ya había dado todo de mí y él apenas había puesto de su parte, siempre se había rendido demasiado pronto. Miré a Roy, que me miraba con preocupación.

– ¿En qué piensas? – inquirió. Yo seguí meditando sobre si decirle la verdad o no.
– Es suficiente. Te quiero, siempre te he querido y te he dado lo mejor de mí. Pero nunca lo has sabido valorar, nunca he sido suficiente y ese sentimiento y vacío es lo que me acompaña día a día. – por una vez, mi voz consiguió tomar la determinación que no recordaba que tenía cuando hablaba sobre este tema. – No me has dado oportunidades a mí, yo te las he dado a ti. He hecho más de lo que nadie ha hecho por ti, así que nunca te atrevas a decir que en nuestra relación han habido problemas. Todos tenemos problemas pero lo que importa es como se superan. – él me miró desconcertado por escupir cada una de mis palabras en un momento que no se esperaba.
– Solo puedo decirte que lo siento…
– Eso no es suficiente… nadie me va a devolver todo el esfuerzo y el amor que te he dado. Todo lo que he luchado por algo en lo que creía, y en lo que pensaba que tu también creías. Por ello, no puedes decirme que te importo, y no puedes resumir todo lo que he sentido en solo atracción y deseo. Eso no se acerca ni a una cuarta parte de lo que he sentido por ti. Siempre he pensado que estábamos de alguna manera hechos el uno para el otro, que tarde o temprano volveríamos a encontrar la manera o el momento de estar juntos, pero veo que he sido la única que ha creído en eso. Por eso no puede liarme contigo cuando queramos, no puedo decir que soy tu amiga, aunque quiera formar parte de tu vida, porque siempre seré la persona que te dé todo, todo de mí, a cambio de absolutamente nada.

Miré a Roy que me miraba con preocupación y volví a mirarle a él mientras me mordía el labio inferior.

– ¿En qué piensas? – inquirió él. Mientras me acariciaba la mejilla.
– En nada. – y le volví a besar, sabiendo que me consumiría en sus besos, como una vela encendida que lleva mucho tiempo luchando por no consumirse.

Ojalá le hubiera dicho todo lo que en realidad quería y necesitaba decirle, aquello que me hacía daño y me atormentaba todos los días, aunque eso significara perderle para siempre. Quizá pueda hacerlo el año que viene.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS