Mirando por la ventana estaba Tobías, como siempre contemplando desde su silla como pasan los vecinos, los autos, todos yendo hacia algún lugar.
-Vamos al supermercado- dijo Catalina mientras levantaba de la mesa el termo y el mate, desapareciendo por la puerta de la cocina.
-Vamos, me suena a plural- contesto Tobías sin voltearse.
-Sí, es plural. Porque somos vos y yo, dos. Vamos al supermercado- contestó Catalina asomando desde la puerta de la cocina.
-Si sabes bien que no salgo. Anda vos. Yo no quiero nada del supermercado- le dijo Tobías girando lentamente y acercándose a la mesa.
-¡Ah bueno! El señor no quiere nada del supermercado… Pero bien que te atragantas con toda la comida que traigo de ahí. Dale, acompañame esta vez – insistió Cata, con un tono sarcástico y de súplica. Volvió al comedor y miraba fijo a Tobías, quien no levantaba la mirada de la mesa.
-No insistas Cata, sabes que no puedo- dijo Tobías sin sacar la mirada de la mesa.
-Pero si no harías ningún esfuerzo, yo te llevo. Pensa que me vendría bien el ejercicio y de paso paseamos y vos tomas un poco de luz natural, estas quedando como un vampiro- argumentó Catalina en un intento por convencer a su interlocutor.
– ¡Basta Cata! No insistas más, sabes que no es eso- contestó un poco alterado Tobías, hizo una pausa y girándose bruscamente hacia la ventana siguió – No soporto las miradas de todos, no me gusta que me miren con lástima, puedo hasta casi escuchar sus pensamientos con verles la cara- afinando un poco su voz continuo- pobre tipo, tenía un futuro brillante, pero ahora no puede caminar, esta postrado en esa silla, una lástima, se cagó la vida, y la de su familia – terminó con un suspiro. Catalina estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo y salió de la habitación resignada. Tobías retomó la contemplación de los transeúntes por la ventana, ahora un poco más melancólico.
-Bueno, ahora sí, vamos- Catalina había regresado a la habitación y estaba apoyada sobre la mesa en posición de modelo. Tobías volteó con energía para poner fin a esa discusión, pero comenzó a reírse al ver a Cata.
-¿Qué haces así vestida?-
-¡Qué! ¿No te gusta? ¿No me veo sensual?- dijo Catalina presumiendo su vestimenta.
-Jaja. En realidad te ves un poco ridícula- contestó Tobías con una sonrisa burlona en el rostro. Catalina estaba luciendo un vestido corto de encaje color verde manzana, con medias sport y sandalias blancas, a esto por el frío le había agregado su saco color turquesa y fucsia. Como accesorio llevaba una enorme flor rosa en el pelo y con maquillaje resaltó sus ojos, usando una sombra celeste que los contorneaba completamente.
-Perfecto entonces, así, verde flúor, seguro me llevo todas las miradas. ¿Vos pensas que se van a fijar en tu silla de ruedas toda gris y desgastada, estando yo que resalto con mi “outfit” para ir al super?- dijo Catalina mostrando su vestimenta y pronunciando exageradamente la palabra “outfit”.
-Vamos que se hace tarde y muero por ver las caras de mis admiradores- dijo Cata agarrando su bolso y una boina que le pasó a Tobías. Éste se puso la boina y encaró hacia la puerta. En el marco se detuvo a esperar a Cata que estaba cerrando la casa. Ella se colocó detrás de la silla para empujarlo
-Espera. Cata… Te amo- dijo Tobías
-Yo también te amo Toby- contestó Catalina empujando la silla.
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