…Pero a veces, solo a veces, cuando siento que las responsabilidades pesan, cuando advierto que solo dos manos no me alcanzan y que las horas de un día son pocas, cuando temo por mis hijas y me siento total y absolutamente responsable por ellas, aunque ya son dos hermosas mujeres, es entonces cuando me gustaría volver a ser, solo por un ratito, aquella nena despreocupada y mimada que una vez fui.
Es ahí cuando me meto en mi interior, abrazo a mi niña, la consuelo y le digo que todo va a estar bien, que la vida es aquí y ahora, que lo hicimos siempre lo mejor que pudimos y que no
importa si hubiéramos o no hubiéramos hecho o dicho tal cosa,
porque todo ocurrió como y cuando debía ocurrir. Sin reproches.
Entonces ella me sonríe, me da la mano y juntas seguimos el camino…

Este Fragmento forma parte del epílogo de mi libro «Sin Reproches».

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS