Esos ojos de mar.

Esos ojos de mar.

Mila Bernardo

22/12/2016

Reconozco ese brillo opaco, unos ojos vistos de cerca hablan millones de cosas, pero esta vez su voz era clara, gritaban con fuerza casi desgarradora algo que yo no quería escuchar, algo que sabía me iba doler. El resto de su cara está algo borrosa, no la recuerdo bien, no me importa demasiado, esos ojos lo decían todo…, intenté esquivarla disimulando no haberme dado cuenta, como si no fuera con migo la situación, pero… Imposible, ella lo notó de inmediato, supo que era el momento, y lo aprovechó, vaya que si lo hizo. Escupió por esa boca carnosa, estrellada con carmín rojo intenso, soltó esa daga punzante, esa palabra maldita. NO!!, dejando resbalar casi al unísono un lo siento, como si eso fuera a suavizar el monosílabo anterior. Vaya, comencé a sentir un dolor intenso en ese punto exacto de la garganta, si, ese que a todos nos ha escocido alguna vez, y que restralla al tragar doliendo. Al mismo tiempo una fuerte sensación salada e interna desde el fondo de los ojos comenzó a empujar, buscando la única salida posible, un simple parpadeo desataría ese río de salitre, pero me contuve, abrí los ojos todo cuanto pude, fruncí un poco las cejas bajo la frente, di un corto paso atrás, desdibujé una leve e irónica sonrisa y, me di media vuelta. Comencé a caminar, sereno, pero mirando con esos ojos virtuales que todos tenemos en la nuca, esos que nos crean una imagen de aquello que se queda atrás, nos invade ese halo espectral que grabamos a fuego en nuestros recuerdos…, A penas unos metros delante de mí se veía el final de fachada del edificio del otro lado de la calle, continúe caminando sin perder el paso hasta justo doblar la esquina, con la esperanza absurda de escuchar mi nombre, un espera, o un…, algo, pero no, desaparecí de su vista doblando la esquina, doblando mi corazón hasta partirlo en miles de pezados. Un poco más adelante, en un recoveco algo oscuro, al abrigo quizás del mundo, me escondí, me dejé caer de cuclillas, apoyando mi espalda contra la pared fría de mi tristeza, me abracé a mi mismo apretando con fuerza temblorosa, fuerte, muy fuerte…, y comencé a llorar, deje que brotará todo ese río con sabor a océano…, toda esa incomprensión, todo ese dolor del amor. Nunca quise volver a saber de ella, nunca quise volver a recordar, hasta hoy…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS